domingo, 13 de noviembre de 2011
POESÍA: EL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ Y UNAS PIEDRAS OLVIDADAS
Mirad estas piedras
y saborear de su presencia
sabed que por ser viejas
y amenazar ruina
deben ser más queridas
pues ellas son el único lazo de unión
con el convento de aguistinos que hubo en esta villa.
Su juventud ya consumida se manifiesta,
a poco que las mires
entre nostalgías y olvidos,
en esas formas y colores que adquieren
y aunque no tienen vida
por ellas también pasa el tiempo que todo lo termina.
Fieles compañeros
vigilan los cipreses y consuelan
cuando el sonido ronco del aire
rompe contra su pecho
y cuando la lluvia viene a caer
y a ahondar más en sus heridas.
Los cipreses son testigos mudos
de una decrepitud latente y diaría
que se ve en ese conjunto arquitectónico
del que solo quedan restos esparcidos
dentro de ese área mágica y concreta
que fue el convento de agustinos de esta singular villa
con judería, morería, hospital, castillo y escribanía.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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