sábado, 9 de junio de 2012

POETAS CONQUENSES: JUAN RAMÓN MANCILLA


                                 
































Profesor de Historia. Además de ensayos históricos (Poder y mando en el reinado de Felipe II: una aproximación historiográficaLas agitaciones de abril de 1919. Un motín de subsistencias en la época del movimiento obrero), es autor de los poemarios Los Días Rotos (El Toro de Barro, 2000), El rostro de Jano (Aristas de Cobre, 2001), Posdata (El Toro de Barro, Cuadernos del Mediterráneo, 2003), así como del relato C-501 (Baluerna, EACSA, 2002). Antologado en Mar interior (Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 2002), edición a cargo de Miguel Casado, poemas suyos han aparecido en diversas revistas, tanto de formato tradicional como electrónicas. Ha codirigido la revista “El Timbre” y, con el poeta y editor Carlos Morales, el suplemento cultural “El juglar de la Frontera”. Presente, además de con obra propia, con artículos y crítica literaria, en diversos medios, entre ellos Hablar/Falar de Poesía, Prima Litera, o en los formatos  electrónicosPortal de Poesía (www.portaldepoesia.com) o Palabras Diversas(www.palabrasdiversas.com). Ha obtenido el I Premio “Astrana Marín” de ensayo sobre El Quijote, el I Premio “Luis Rius” de poesía, el accésit  del III Premio de poesía “Ángel Crespo” y el I Premio de Relato Corto “Asociación Pedro Heras”.

JUAN RAMÓN MANSILLA: SECUENCIAS.

Una habitación en rojo
Juan Ramón Mansilla
El Toro de Barro, Cuenca, 2011

   Docente en ejercicio y autor de investigaciones sobre distintos acontecimientos históricos, Juan Ramón Mansilla (Toledo, 1964) ha dejado un intenso rastro lírico en cuatro entregas, desde el amanecer en el 2000, Los días rotosEl rostro de JanoPostdata Fugaz,  y ha sondeado géneros como el relato breve o la crítica literaria.
   El libro Habitación en rojo es una colección de poemas que comparte una sostenida meditación existencial y un intento de clarificación autobiográfica. La mirada introspectiva busca dentro el sustrato vivencial y le concede un carácter cognitivo porque el ser, hecho al hilo de los días, nos convierte en viajeros de rumbo aleatorio, sobre una realidad cambiante y fragmentaria.
   La evocación es un ejercicio continuo del sujeto verbal; se recuperan imágenes que se empeñan en conservar un tiempo extinto y ponen un brillo ilusorio sobre el barniz de la melancolía; de ese estar solo libera la presencia del otro, la certeza de una respiración cercana con la que hacer más llevadero lo fugaz, incluso en situaciones de sombra, como en el poema “Cirugía”, que finaliza con estos versos: “El viaje de regreso hasta el cuarto: / un pasadizo interminable, / voces, contornos, bordados lentamente. / Como otros días la luz en la alcoba, / como tu cuerpo en el lecho, / como las formas, olores, recuerdos / de otras, tantas jornadas. “ No es un libro de amor al uso que concede a lo sentimental un curso abierto, pero el tejido emocional abriga y pone a cubierto.
  El devenir rutinario aglutina actos sencillos, percepciones de una dinámica previsible que se reitera en ciclos y nos va deshaciendo lentamente. El estar de una sensibilidad individual acumula secuencias y señales en los que se van precisando los contornos de lo que nos rodea. Así lo constata el poema “Analogías”; las palabras emplean su semántica para retener lo que apenas es un espejismo, los leves rescoldos que otras llamas dejaron y que encuentran en el poema una continuidad narrativa.
  No faltan alusiones procedentes de campos estéticos como la música, Schoenberg, la poesía, W. Auden, de quien se retoma un famoso verso del poema “Parad los relojes”, la pintura, Turner y Matisse, y se citan como pórticos del poema a Ungaretti, Dylan Thomas, Antonio Gamoneda, Cioran y a Raymond Carver; son irisaciones del legado cultural que conviven, sin ningún forzamiento, con el decurso natural de un verso confesional y descriptivo, nunca emborronado por el tic erudito.
   Juan Ramón Mansilla elige el presente como coordenada y bajo su techado recupera, con una sintaxis desnuda y coloquial, el territorio de la intimidad del yo en el que se encuentran las desiguales huellas de lo vivido. La perspectiva poemática de Una habitación con vistas tiene el aire de cercanía de lo que se quiere compartir, el lector es el destinatario de un estado de ánimo sin los circunloquios y veladuras del hermetismo; la palabra muestra el caminar de quien pasa cercano y sigue ruta.   

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