En aquella aventura poética de la revista "El molino de papel" que se imprimía en los talleres de
“Ofensiva”, escribio Amable Cuenca, le acompañaron Andrés Vaca y Miguel Valdivielso.
Aquellos pliegos de poesía se editaron hasta 1967 y fueron todo un revulsivo de
aire fresco en el panorama poético de aquella época, que dio paso también a la
inauguración del Jardín de los Poetas, con Eduardo entre los numerosos poetas
conquenses y enconquensados que le dieron vida con sus recitales.
En este caso como en los otros este es mi poema dedicado a Amable Cuenca:
A dónde vamos y de dónde venimos
quizás tu lo sepas
y allí donde te ubicastes de forma definitiva
hayas aprendido
a segar secos trigos
y separar la paja del grano
en esas inmensas eras
que son los cielos infinitos.
En la grandeza
de la muerte
y en los silencios de los abetos espías
distingo por un angosto camino
perdido entre llanuras inmensas
como los campos manchegos de Cuenca
a un poeta que busca un Molino.
Lleva Amable Cuenca en una mochila
tirada a la espalda
como si fuera un saquillo
con pan tierno
y agua clara de la Hoz de un río
un poema ebrio
y sediento de lenguaje comunicativo
que implora y llora
porque su amo y señor
no le encuentra sitio.
Último poema, último,
viaja con Amable Cuenca,
en busca de un libro.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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