“ESCRIBO POESÍA MÍSTICA PORQUE ESCRIBO POESÍA”
Un salesiano español gana el premio de poesía mística “Fernando Rielo”
GRANADA, lunes 22 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- El libro de poemas Hora de la tarde del sacerdote salesiano Rafael Alfaro (Cuenca-España, 1930) ha resultado ganador del XXVIII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. La obra fue seleccionada de entre once finalistas que procedían de Colombia, España, Estados Unidos y Paraguay, en una edición en la que se han presentado un total de 254 volúmenes.
El premio Rielo está dotado con 7.000 euros y la publicación de la obra y fue entregado en Quito, Ecuador, el pasado 11 de diciembre.
La obra ganadora, Hora de la tarde, "es una meditación sobre la tarde de la vida con una voz de hondo contenido humano y espiritual. Es una poesía que canta a lo auténtico y perdurable de la vida desde lo luminoso y musical de los recuerdos y las premoniciones", según el jurado.
En esta entrevista concedida a ZENIT, el autor del poemario ganador, Rafael Alfaro, destaca la íntima relación entre sacerdocio y poesía.
Alfaro (Cuenca - España, 1930) es sacerdote salesiano. Es también periodista y fue profesor en El Salvador y en Costa Rica. En España ha dirigido varias publicaciones y la editoral propiedad de los salesianos CCS. Es crítico literario y miembro fundador de la Academia de Artes y Letras de Cuenca.
Ha obtenido varios premios de Poesía, entre ellos, el Nacional de Literatura de El Salvador (1961), el Boscán (Barcelona, 1969), el Internacional del Olivo (Jaén, 1976), el Café Marfil (Elche, 1977), el Villa de Rota (1980), el Ciudad de Cuenca (1984), el Tiflos (1990), el José Hierro (1994), los cuatro del Trascacho (Valdepeñas, 1995...), el Florentino Pérez Embid, de la Academia de Bellas Letras de Sevilla (2002). Ha publicado una veintena de libros de poesía, entre ellos destaca Indagación del otoño (2003) y dos antologías de su obra, la última Fe de vida (2008)
--Salesiano, periodista y poeta. ¿Desde muy joven sintió la vena poética, o la vocación de la escritura llegó después?
--Alfaro: Al principio todo es confuso. Después se van clarificando las cosas, que no son opuestas, sino complementarias. La vocación poética es lo primero. A pesar de las circunstancias de los seminarios de los años cuarenta, la vena poética iba madurando.
Yo tuve la suerte de ir pronto a América, donde encontré más libertad en el cultivo de la poesía. En San Salvador, siendo profesor de Literatura, gané el Premio Nacional de Poesía, lo que me marcó para toda la vida. Recién llegado a España obtuve los premios Ciudad de Madrid y el Boscán de Barcelona, lo que me confirmó la vocación poética de los años sucesivos de la madurez.
Ahora tengo publicados 20 libros de poemas, dos antologías y he recibido unos pocos premios poéticos. Lo de periodismo llegó después, como oficio.
Y lo primero: ¡Salesiano y sacerdote! Aunque no esté de moda, es lo que más estimo de mi vida y en lo que soñé de pequeño.
--¿Qué aporta su ser religioso y salesiano, dedicado al apostolado con la juventud, a su poesía, especialmente mística?
--Alfaro: La poesía es el cultivo de la palabra y una de las características del sacerdocio es el "ministerio de la palabra". Por la belleza vamos a la suprema Belleza. Von Balthasar ha desarrollado bastante la realidad y la necesidad de la estética en el "misterio" del sacerdocio y del cristianismo.
El sacerdote es el "ministro del Verbo encarnado", de la Palabra hecha carne. Por otra parte, la poesía es una de las raíces pedagógicas de la cultura juvenil.
--"Señor, creo en tus manos invisibles, en las que me abandono". En sus versos se percibe una confianza absoluta en Dios. ¿Es ésta, la clave de su poemario ganador del Rielo?
--Alfaro: Así lo creo. El amor es la esencia de la Poesía Mística. La confianza en Dios es la exigencia de creer en el amor. ¡Siempre estamos en las manos de Dios, queramos a no queramos! "No sean tantas las miserias nuestras / que a quien os tuvo en sus indignas manos / Vos lo dejéis de las divinas vuestras". Así lo decía Lope de Vega, tan experimentado en ello...
--¿Cuál es el impulso que le lleva a escribir poesía mística?
--Alfaro: Para mí, toda poesía es mística. Y si no lo es, deja de ser poesía. Escribo poesía mística porque escribo poesía. "Hora de la tarde" es un ejemplo de poesía humana, meditativa, de conocimiento, de comunicación con Dios y con los hombres.
Por Miriam Díez i Bosch
Rafael Alfaro
Madrid, 2008 Calima ediciones, 334 páginas A Francisco Brines corresponde este juicio: "Rafael Alfaro es fiel a sí mismo, a sus cosas, a los hombres de su época. Su lenguaje es el de los escritores de su generación. Su dicción tiene sobriedad y melancolía machadianas y deja oir el eco de muchas lecturas que ha sabido asimilar". Hablamos, efectivamente, de uno de los poetas de más profundo lirismo y sensibilidad de cuantos componen la nómina de escritores conquenses en la transición de los siglos XX al XXI. Por eso siempre es bien recibida una nueva obra de Rafael Alfaro (El Cañavate, 1930), en lo que tiene de sosegado reencuentro con quien, sin alharacas ni salidas de tono, viene desarrollando un trabajo metódico en la concienzuda elaboración de la escritura poética (sin olvidar sus inmersiones esporádicas en el territorio de la prosa). De esa manera ha ido depositando en los anaqueles donde se sitúan los buenos sabores literarios títulos como Voz interior (1972), Objeto de contemplación (1978), Cables y pájaros (1979), el realmente esencial Música callada (1981), Los Cantos de Contrebia (1985), Escondida senda (1986), Poemas para una exposición (Madrid, 1991), Dios del Venir (1994), Xaire (1998) o Indagación del otoño (2002), entre otros muchos, porque Alfaro (quizá ya se ha insinuado en líneas anteriores) mantiene una línea creativa constante, sistemática, sin que en su obra aparezcan esas lagunas intermitentes habituales en otros casos y menos aún un abandono total, como también hay ejemplos llamativos. Mi fe de vida lleva un subtítulo esclarecedor acerca del contenido del volumen: Segunda antología (1986-2008), esto es, recopilación selectiva, realizada por el propio autor, entre los libros ya publicados en el periodo que se indica, algunos de cuyos títulos acabamos de mencionar. Y es significativo también el muy bien puesto título porque Rafael Alfaro, sacerdote salesiano de fe inconmovible, hace en este poemario otra declaración de fe, vitalista, humana, mundana y naturalista. Es el hombre situado ante su propia existencia terrenal el que, sin florituras espirituales ni alusiones a las fuerzas de la divinidad habla, en verso, de sus experiencias cotidianas, en el campo y la ciudad, en el amanecer y el anochecer, en sus relaciones con los demás seres humanos. Poeta de extraordinaria sensibilidad, muy volcado hacia su más íntimas sensaciones que se atreve a exponer tras un largo proceso de elaboración Alfaro se vincula con una línea poética que no tiene nada que ver con el misticismo de los clásicos y sí con una hondura realista impregnada de ideas que forman parte de las preocupaciones del hombre contemporáneo susceptible de actuar en plena libertad de conceptos y expresiones. Hay en estos versos, variados en su concepción puesto que corresponden a etapas distintas y a planteamientos diversos para cada libro, una línea común que puede seguirse con sencilla y reconfortante nitidez, lo mismo si habla de este Júcar que fluye y que se queda o de cómo el huracán sacude los cimientos de la noche, en una eficaz metáfora alusiva a la conmoción final promovida por Muerte, la infatigable e insaciable. Reconfortante, he dicho antes y ahora repito, este reencuentro con la obra de Rafael Alfaro, aunque por su carácter antológico muchos de los poemas ya nos eran conocidos. Lo que no quita validez, en absoluto, a este volumen; antes, al contrario, reafirma la notable valoración que merece el trabajo de su autor. | |
Obras
- Cables y pájaros, Madrid, CCS, 19799.
- Indagación del otoño, Madrid: Adonáis, 2003, Premio "Florentino Perez-Embid" de 2002.
- Escondida senda (Antlogía), Madrid: Cultura Hispánica, 1986
- Tierra enamorada, Madrid: Adonáis, 1986.
- El alma de la fuente, San José de Costa Rica, 1971.
- La otra claridad, Madrid: Playor, 1989.
- Los pájaros regresan a la tarde, Madrid, 1994.
- Una llamada al misterio: Cuatro poetas, hoy, 1975.
- Música callada, Cádiz, 1981,Madrid, 1991.
- Tal vez mañana, Torrejón de Ardoz: El Reino, 1978.
- Vamos, Jonás, Salamanca, Imp. Calatrava, 1974.
- Voz interior, Barcelona: Instituto Catalán de Cultura Hispánica, 1972 (Premio Boscán).
- Elegías del RUS, 1993.
- Objeto de contemplación, Jaén, 1978, "Primer Premio Internacional de Poesiá 'El Olivo' 1976."
- Apuntes de Alarcón. Cuenca: Diputación Provincial, 2001.
- Salmos desde la noche, 1993.
- Xaire poemas marianos, 1998
- Con Mercedes Muñoz, Cables y pájaros, 1979.
- Los cantos de Contrebia, Cuenca: Ayuntamiento, 1985.
- Concierto en cuatro tiempos para Carlos de la Rica. Cuenca: Real Academia Conquense de Artes y Letras, 1988.
- Dios del venir: imágenes de Adviento y Navidad, Madrid: Editorial CCS, 1994. ISBN 84-7043-815-8
- Con Enzo Bianco, Dieron su vida: Monseñor Luis Versiglia y Calixto Caravario, Madrid: Central Catequística Salesiana, 1983. ISBN 84-7043-300-8
- Con Teresio Bosco, Juan Pablo II: "testigo de la esperanza", Madrid: Central Catequística Salesiana, 1982. ISBN 84-7043-261-3
- Don Bosco: Cartas a los niños de todas las edades. ISBN: 978-84-7043-3535
- Con Don Bosco de la mano. ISBN: 978-84-7043-6376
Como acostumbro en estos casos dejo mi poesía:
Son en estas horas muertas de una tarde
tras una ventana cerrada a cal y canto
donde me restablezco de esa mi fe ciega
en seguir escribiendo y escribiendo
hasta allí donde todavía entiendo que hay posibles
y decires
y a lo dicho sigo con mi empeño
pues no hay medicina alguna
contra la locura de pensar
que no todo está
ni escrito
ni dicho
ni resuelto.
Me llegan
rumores de una revista de poesía
de poetas de Cuenca
en un junio de 1988
y en una de sus páginas descubro
que
"Se ha parado
el reloj
para unos cuantos"
y pienso
que yo puedo ser uno de esos
náufragos
en un mar sin aguas,
en unos abismos sin monstruos,
y en un día
en que las palomas traen en su pico
ramas de olivas
con las que hacer una corona
al Redentor
que está en los cielos.
Y me estremezco
pues en mis soledades
no soy más creyente
que ese Carlos Marx que veo
agitando a las masas
y levantando un libro al cielo
y creo,
ahora creo,
que en aquella pasión de Cristo
hay algo más que religión, teología y verbo.
Autor: José Vte Navarro Rubio
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