Peña alta,
tu pueblo de Ezcaray
y tu,
en la Picota de San Torcuato,
águila
de avispada vista
sin gafas
y fuertes garras
con las que ser fiel
a tus andanzas
de ser nacido
para librar, hasta la muerte, batallas.
Peña alta,
de un pueblo,
en el valle de Valdezcaray,
que vio partir
en épocas lejanas
a sus hijos e hijas
con lo puesto y arrastras
camino de lugares de fábula
donde no se regalaba nada,
aunque la urbe fuera capital
de la católica España
donde dicen las crónicas
que nada faltaba.
Peña, de las peñas
desgajadas
y de almas atormentadas
y de seres humanos
que se marchaban
con la ligera esperanza
de abrirse un futuro
lejos de la pequeña patria
donde se viene a nacer
y a morir
si es que el hambre no te espanta.
Buscarini lo fue
como quien no dice nada
uno más
en ese trasiego
que se acarreaba
por caminos, veredas y cañadas
de hombres y mujeres
soñando con la plata.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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