sábado, 27 de abril de 2013

RECORTES DE PRENSA: BUSCARINI Y SUS INTENTOS DE SALTO DESDE EL VIADUCTO AL AL VACIO




PERIODICO LA VOZ (MADRID) 19/3/1923

EL; ADIÓS A LA VIDA O ¡NO SE DISTRAIGA, GUARDIA!
Son Muchos los ciudadanos que tiene un drama inédito, en espera de que, algún amigo, entre los que más despreciaron por poco inteligente, llegue a ser empresario de un teatro y se lo ponga en escena. Luego, otros amigos se encargan de quitarlo de la escena. Pero son muy poco los aspirantes a autores dramáticos que se plantean el dilema de la representación o la muerte.

La Humanidad carecería de matices no hubiese hombres singulares, y Armando Buscarini es un  ser singular, que ha convertido el intento de suicidio en plural. Varias veces ha intentado Buscarini apartarse de la senda más o menos escondida de la vida e iniciar un viaje hacia la luna blanca en una noche azul goteando la sangre roja de su cuerpo gris.
La última vez que Buscarini ha intentado pasar de un 'salto a representar sus dramas en el coliseo divino, ante un público selecto, compuesto por todos los que gozan de la gloria, ha sido en la madrugada de hoy. Buscarini se miró a los pies y les dijo:

Ya lo sabéis, conductores de mi débil cuerpo: he decidido privar a la Humanidad de este alma de poeta que escarba todos mis sentidos, ¡Andando!
Los pies, que, por lo visto, saben ya el camino del Viaducto, sin titubear y sin tropezar se dirigieron
al férreo armatoste, máquina privilegiada para suicidios.
Buscarini llegó al centro del puente, miró a la derecha y a la izquierda: no había nadie. Recorrió su cuerpo un temblor miedoso, ¿Sería posible que el jefe de Policía hubiese quitado de allí a la vigilante pareja? Buscarini, indignado, estuvo a punto de incurrir en un atentado de palabra contra el director de Orden Público.
A la luz de un reverbero vio moverse una sombra. ¿Era un fraile o un guardia? Buscarini pidió a la luna, su amada, que aquel fantasma fuese un pacifico guardia de Orden Público. Si lo era, estaba salvado. Porque si no, era imposible realizar con éxito un intento de suicidio. Tendría que suicidarse de verdad, y eso ya no es un intento. la sombra, pasó al lado de Buscarrini. Este hizo un gesto trágico; pero el guardia meditaba y no fijó su atención en aquel hombro que reclamaba sus servicios. El guardia
pasó de largo.
Volvió al cuerpo del poeta el temblor miedoso. El estaba seguro de que sin guardia próximo y atento no montaría sobre la baranda del Viaducto, ¿Pero cómo puede estar seguro un hombre de no coger una pulmonía en aquel lugar? Y, a veces, las pulmonías son algo más que intento de muerte.

Buscarini sacó del bolsillo una carta, y con voz entonada declamó:
"Señor j u e z de guardia (el guardia miró atónitamente al poeta): Me quito la vida porque no consigo estrenar el drama en cinco actos que tengo escrito, titulado "Sor Misericordia" (El guardia, ante la indirecta, da un paso hacia el poeta), en colaboración con Francisco Villegas, quien no quiere entregarlo a los empresarios,Creo, señor juez, en el éxito definitivo de este drama, que está escrito con todos los fervores y flota en él mi vida (El poeta respira  al ver qué próximo a él está el  guardia)  atormentada. Perdón,  señor juez. Armando Buscarini." Con voz bronca exclamó:
—¡Señor guardia, a cumplir con su deber, como yo cumplo con el mío!
Y levantó una pierna, que cuidadosamente colocó sobro la baranda. El guardia no necesitó ver más.
Cogió al poeta y lo llevó ante el juez. Ante el representante de la justicia, Buscarini dijo:

 —Por la luna blanca de mis versos, por al amor azul de mi fantasía, yo os juro, digno magistrado de la justicia humana, que jamás cruzará por mi mente la vil idea del suicidio. Caigan sobre mí las persecuciones, que de ellas triunfará mi altivez de poeta.


EL ACOSTUMBRADO SUICIDIO DE BUSCARINI

 PERIDICO LA VOZ (MADRID) 15/04/1924

El poeta lírico Armando Buscarini ha  intentado una vez más poner fin a su existencia. Dicho esto sobra indicar el sitio que buscaba para llevar a término su fatal resolución. El Viaducto de la calle de Segovia ha sido en otras ocasiones, y en el presente, el teatro donde Busscarini intentó representar esta última tragedia.

¿Tragédia hemos dicho? Buscarini es un poeta de múltiples aspectos. No tiene únicamente pasiones trágicas y acentos líricos, sino también momentos emocionantes de pasión dramática y notas cómicas de de fino humor.

A esta múltiple personalidad se debe que el joven y ya tantas veces fracasado suicida lleve sus actos de fuerza trágica y de gracia humorística. Es un apasionado de lo trágicocómico.

Vivía el poeta Buscarini obsesionado por el Viaducto. Anteriormente hace un año o poco más, Armando intentó arrojarse a la calle de Segovia dESde las alturas.
 No pudo conseguirlo, porque el poeta había sido sujetado por los guardias que a diario prestan servicio en aquel sitio. 
 Ahora, Buscarini no quería fracasar en su intento, y llevó una correa con el objeto de ahórcarse, en caso de que no le sirviese el Viaducto
.
Armando se había despedido de su vida con un canto tristísimo que había compuesto anoche, alumbrado  por la luz de la luna, de .su amada, que lucia en loa cielos, llamándolo o a ella. Sabe Buscarini .que las almas de los poetas bohemios suben a la luna, donde tienen un trono de ricas •piedras. 
El adiós a la vida lo recitó esta mañana en el Viaducto. Desde la altura, la vida tan baja, no podía perder ni un solo gesto, ni un ademán, compañeros inseparables de la despedida elegiaca.
Buscarini creía que, entretanto, llegarían loa guardia»; pero los versos no los atrajeron. Entonces, lleno de resolución, ató la correa en la reja. Quería acabar rápidamente.
—Si me arrojo por el Viaducto, voy a llegar muy tarde abajo, y yo deseo acabar pronto -pensó- Además los pobres guardias que ningún mal me han hecho, no podrán cumplir con su deber de impedir mi suicidio.
Pasó otro rato Armando Buscarini seguía atando la correa y los guardias seguían sin enterarse, o al menos, o al menos a Buscrini le parecia que no se enteraban, porque no venían a cumplir con su deber

Por fin el poeta acabó de atar la correa a la verja. —¿Que hacen los guardias'! — volvió a preguntarse..
Miró, y los guardián continuaban impasibles. -¿Tendré que recitar otra vez la elegía despidiéndome de la vida?  Pero no pudo, porque la pareja se dio cuenta, se acercó y lo detuvo Buscarini fue conducido a la Comisaria donde declaró que había intentado suicidarse. —Las causas de la fatal resolución que había tomado es que siguen sin estrenarme el drama que debía darme la. inmortalidad . Que me, lo representen, porque, si no, volveré a irme al Viaducto. Como Buscarini había dado palabra, de honor en otra ocasión de no volver a intentar matarse, y  como no cumplió su palabra, el poeta lírico quedó detenido. 

GLOSARIO DE ACTUALIDAD: EL EJEMPLO DE BUSCARINI
MUNDO GRÁFICO 18 DE JUNIO DE 1924
No desapareece,no, el tipo tristemente pintoresco de la bohemia artística. Fruto de una ambición que pugna por desarrollarse en un ambiente ingrato y poco propicio, el bohemio—mitad ilusión, mitad impotencia— subsiste aún y existirá siempre.
El tipo más característico de la actual bohemia literaria es Armando Buscarini, un mucliachito cetrino, de ojos de fiebre y traza lamentable, que bracea valerosamente contra la corriente en el turbulento oleaje de la vida madrileña. Si hubiera nacido qunce años antes, Buscarini hubiera sido un indolente parroquiano de café ó de taberna, que en su tertulia hubiera aguardado con resignación el momento de la fama consagradora ó de emprender el éxodo hacia el hospital.
Pero, «niño del siglo», Buscarini se lanza a la calle, á la conquista del pan, á la, publicidad do su arte. Buscarini ha entendido el espíritu de nuestros días. Y no es el bohemio que murmura al oído del generoso sus cuitas y que siente el orgullo ó el pudor de su anonimato y su pobreza. No Buscarini reparte prospectos, en los que explica su miseria é implora la protección de los editores y excita al público á comprar sus obras; entra descalzo y harapiento en los cafés lujosos y afrenta con sus andrajos y con su rostro de depauperado el lujo insolente de los dichosos; va casa por casa ofreciendo sus versos, y de cuando en cuando, como un buen reclamista moderno, intenta suicidarse, arrojándose
por el viaducto en ol momento propiciopara ser detenido y que los periódicos se ocupen de él.
Últimamente, Buscarini se ha situado en plena calle de Alcalá, ha esparcido en el suelo un montón de sus libros, y con su sonrisa de niño triste y desgraciado ha voceado su lírica mercancía, ofreciéndola á gritos a los transeúntes.
He visto á algunos escritores pasar por su lado y, lejos de adquirir un ejemplar del libro del compañero necesitado, sonreír despectivos ó indignarse contra el audaz innovador.
No hay derecho, amigos, cofrades. Lo que hoy hace Buscarini es, sencillamente, lo que ha hecho toda la literatura española: ocharse á la calle porque se moría de hambre y llamar al transeúnte, gritarle, incitarle á comprar libros, decirle que no es justo que un artista perezca sin pan, estimularle en pro de
las obras del espíritu.
¿Qué otra cosa significan los ajfiches de los editores, los reclamos y anuncios de los periódicos, los artículos sobre libros en. los diarios, loa retratos de sus autores en las revistas?
Antaño, los libros se publicaban en silencio. Hoy aparecen con estrépito de publicidad. Antes apenas se vendían, del mejor, unos cientos de ejemplares; hoy, un escritor empieza á poder vivir dignamente de su pluma. ¿Por qué? Sencillamente, porque la literatura se ha lanzado á la calle á pedir, a exigir, á llamar la atención del vulgo.
Como Buscarini, señores empingorotados y despectivos; ni más ni menos que como ese pobre niño triste y audaz y desgraciado quemerece mejor suerte...
JUAN FERRAGUT

LA UNIÓN ILUSTRADA 5 DE NOVIEMBRE DE 1930
 DEL MADRID TÍPICO: El Viaducto de la calle de Segovia

ARMANDO BUSCARINI, ASPIRANTE A SUICIDA.
Buen número de improvisados saltimbanquis han realizado en este trapecio formidable su dormitiva pirueta.
El que tiene horror al pistoletazo final, a la cuerda o al veneno fulminante pone su última esperanza en
esta altura y se Iamza al espacio después de trepar por la verja adicionada sobre la barandilla de hierro.
Todo esto ha prestigiado sobremaneraal Viaducto de la calle de Segovia hasta el extremo de hacerle candidato al Monumento de los Mártires.
Pero lo que en verdad le hará figurar como un lugar predilecto y significativo no serán las funestas acrobacias de tantos desesperados, de tantas víctimas anónimas, sino la constancia asombrosa de un poeta andamegio-, editor y vencedor de sus flibros, que ha batido el record de la fuerza de voluntad y de la audacia.
Nos referimos al poeta noctámbulo Armando .Buscarin! ,autor de «Primavera sin sol» y buen número de novelas cortas, dramas y libros ele versos, editados en diferentes imprentas cortesanas.
Armando Buscariní ha intentado sucidarse, arrojándose desde el Viaducto nada menos que doce veces. No hay exageración. 'Pero siempre, ha fracasado. El iba decidido a estrellarse, contra los adoquines de la calle de Segovia, pero antes de poner en práctica tan desesperada manía daba algunos alaridos, absolutamente naturales que atraían a los guardias encardados de vigilar el Viaducto.
Los guardias lo sujetaban fuertemente en el momento en que comenzaba a encaramarse. Armando Buscasini proseguía .gritando o recitando en alta voz algunos de su versos. Acudía la gente, que comentaba con piedad los móviles que empujaban al poeta a quitarse la vida.
La primera vez, Buscarmí consiguió su propósito : los periódicos y diarios le publicaron algunas de sus composiciones y íos Mecenas aflojaran la bolsa.
La popularidad del poeta crecía v el Viaducto iba adquiriendo nuevame:nte su pasado esplendor. Sólo que un dia, Armando Buscarini estuvo a punto de tener que suicidarse seriamente porque los guardianes se descuidara unos segundes er¡ prestarle su humanitaria cooperación.
Desde entonces, el autor de «Sor Misericordia» desistió de continuar figurando como aspirante a suicida

BREVE APUNTE SOBRE EL CANTOR DEL VIADUCTO
Así como Emilio Car rere sostiene una decidida predilección por las víasque desembocan en la calle Ancha de San Bernardo—o_no sabemos si la sostendrá ahora, desde que es millonario—, el Viaducto, como decía brevemente en un reportaje anterior, cuenta también con su aeda, que le ha cantado en diferentes ocasiones. Nos referimos a Rafael Cansinos-Assens.
Cansmos-Assens se detiene, invariablemente, rodeado de una corte de dis cípulos y entusiastas, en la pane del trapecio de la calle de ¿egov:a próximaa la pendiente difícil de la calle de la Morería, para saludar al alba después de su tertulia- de café Universal.
Nieve, llueva, granice, se desate el huracán, el cantor del Viaducto prosigue, irónicamente, la exposición de sus ideas. Los discípulos e incondicionales tiritan, y slg-uno se atreve a protestar, disimuladamente, en voz queda.
La palabra ds don Rafae! prosigue con estoicismo mientras llegan las primeras luces del día. Recordamos un frió amanecer invernizo en que estuvimos rodeando al Maestro seis aspirantes a la gloria. Comenzaban a descender algunos copos de nieve. Cansinos-Asseis hablaba de Filosofía y de Arte  Creímos despedir raíces de los plantas de los pies. Él aeda se había destocado y la nieve iba cubriendo su melena ensortijada.
Desde entonces, no puedo recordar al Viaducto sin sentir en uno de sus extremos !a alta figura de Cansinos-Assens, sonriente y hablando de Arte, de Filosofía.

C. Puertas de Raedo.

Escritores tan madrileñistas como Emilio Carrère también le dedicaron algunos versos al viaducto:
“Con sus zancos
gigantescos
se despatarra el viaducto
aplastando al Madrid viejo.
Noche estrellada;
silencio…
Los faroles trazan rutas ideales
de la noche en el oscuro terciopelo.
…………………………………………….
El viaducto, buen balcón
del soñador nocheriego,
y trampolín más seguro

para dar el verdadero
salto mortal,
el funámbulo de lo horrible,
que en su vuelo,

de trágicos volatines,
aterriza en los infiernos.

Suena un reloj… En la noche
se oyen los pasos del tiempo.”

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