Sinopsis
Novelista, poeta, ensayista y traductor incansable de diversas lenguas, Rafael Cansinos Assens
(1882-1964) es una figura injustamente olvidada de las historias de
nuestra literatura contemporánea. Sus amenísimas memorias, tituladas La Novela de un Literato,
reconstruyen la vida intelectual y bohemia de Madrid entre el final del
siglo xix y el estallido de la Guerra Civil. Dividida la obra por
razones editoriales en tres volúmenes, esta primera entrega, que se
extiende hasta 1913, cubre la etapa de iniciación durante la que el
joven escritor conoce a las figuras más representativas de la cultura
madrileña. Sobre el trasfondo de los principales acontecimientos
históricos del período, desfilan las figuras de Alejandro Sawa,
Villaespesa, Rubén Darío, Valle Inclán, Antonio y Manuel Machado, Juan
Ramón, Colombine, Santos Chocano, Blanco-Fombona, Zamacois, Felipe
Trigo, Blasco Ibáñez, etc., en el marco de tertulias de café,
redacciones y veladas admirablemente recreadas por el talento de quien
fuera uno de sus principales animadores. La presente edición de bolsillo
ha sido cuidadosamente revisada y reordenada por Rafael M. Cansinos.
Fuente: http://elpais.com/diario/2009/08/29/babelia/1251503420_850215.html
ROSA MONTERO
29 AGO 2009
La ventaja de ser una ignorante, como yo lo soy, es que eso me ha
permitido el gran festín de leer por primera vez a Cansinos Assens hace
unas semanas. Descubrir a Cansinos a estas alturas, en efecto, viene a
ser algo tan original como descubrir la gaseosa. Pero también es cierto
que, para el gran público, este escritor fascinante es un completo
desconocido. Nacido en 1882 en Sevilla y residente en Madrid desde los
15 años, Rafael Cansinos Assens es el literato por excelencia, un febril
letraherido cuyo corazón debía de bombear tinta en vez de sangre. Desde
la adolescencia quiso ser escritor y sólo escritor; vivió la bohemia,
la mugre hambrienta e histriónica de los artistas de principios de
siglo, el Modernismo, más tarde el Ultraísmo, después el desplome de
ambos movimientos. Y la Guerra Civil y la cruel posguerra, un desierto
poblado de fantasmas.
Qué modernísima es su escritura, qué trepidante y ligera, grotesca y conmovedora en ocasiones, desternillante a menudo
Yo supe de Cansinos hace muchos años gracias al gran Borges, que le
consideraba su maestro. Pero pensé que el escritor argentino no lo decía
totalmente en serio, que citaba a un raro y oscurísimo literato español
para epatar, en uno de sus saltarines juegos borgianos. Y desde luego
Cansinos Assens es un raro glorioso, empezando por la chusca anécdota de
que es pariente de Rita Hayworth (Margarita Cansino de nombre real) y
terminando por sus dotes de virtuoso políglota (hablaba inglés, francés,
alemán, hebreo, árabe...). Su madre y sus dos hermanas eran fervientes
católicas, casi monjiles, pero la familia paterna venía de una tradición
judeoconversa y, desde muy joven, Rafael se fue identificando más y más
con el judaísmo. Publicó salmos y antologías talmúdicas, además de
novelas, ensayos y críticas. Tras la Guerra Civil fue depurado por la
dictadura por judío; le quitaron el carnet de prensa (mientras Franco,
curiosamente, recibía el carnet número uno de la nueva asociación de
periodistas) y se vio abocado al exilio interior. Un exilio largo y
definitivo que sólo acabaría con la muerte del escritor en 1964.
En esos años oscuros vivió de traducir. Aunque durante algún tiempo
no pudo firmar sus trabajos en España, fue el gran traductor de
Dostoievski, Schiller, Goethe, Balzac... Realizó la primera traducción
directa e íntegra del árabe al español de Las Mil y una noches y
del Corán, todo ello acompañado de amplios estudios. Su currículo es
impresionante, pero aún impresiona más que sobre toda esta esplendidez
cayera el olvido borrador, un silencio tajante como de guillotina. En
los años cincuenta, siendo ya septuagenario, escribió la obra que ahora
he devorado, La novela de un literato, tres desmesurados, tal
vez algo excesivos volúmenes que no son una novela, sino una especie de
memorias colectivas, un retrato febril del Madrid literario y bohemio
desde 1898 hasta 1936. Al parecer Aguilar le había prometido publicar el
libro, pero cuando leyó el manuscrito, en 1961, lo rechazó por miedo a
las querellas por alusiones y a la censura. Sólo lo publicaría, dijo, si
hacía enormes cambios. Cansinos se negó, tras lo cual volvió a
sumergirse en la oscuridad como una vieja ballena. A su entierro sólo
acudieron siete personas.
No parece una existencia muy feliz, y, sin embargo, La novela de un literato
es un libro lleno de vida e incluso de una desaforada alegría que a
veces se parece a la tristeza. Qué modernísima es su escritura, qué
trepidante y ligera, grotesca y conmovedora en ocasiones, desternillante
a menudo. Todo el libro sucede en un radio de tres kilómetros alrededor
de la Puerta del Sol de Madrid; y ahí, como en una gota de agua que,
vista a través del microscopio, revela un hervor de bichejos, van
pasando las gentes y las décadas, todos tan atareados en sus menudas
vidas de paramecios altivos. En los tres volúmenes de Cansinos Assens
aparece todo el mundo: Juan Ramón Jiménez y su delicuescente languidez;
el inefable Valle-Inclán, "agitando, como un ala, la hueca manga".
Blasco Ibáñez, apasionado y petulante, apabullando al gran Galdós,
menudo como un pajarito. Y los dos Machado, y Baroja, y más tarde
Huidobro, García Lorca, Alberti y mil más. Todos ellos atrapados en un
instante de su cotidianidad, todos reales y creíbles. Como cuando
explica que los escritores solían vender a toda prisa los libros
dedicados que les regalaban otros escritores, para poder pagarse con
ellos la merienda: "¿No era ya famosa aquella frase del grave Antonio
Machado al recibir Sol de la tarde, de Martínez Sierra: 'Sol de
la tarde, café de la noche'?". Bostezan y sudan los personajes a tu
lado, como si estuvieran sentados junto a ti.
Es un mundo desenfrenadamente masculino. Se cuentan cosas de chicos, cosas de hombres, con un adobo de prostitutas y vedettes. La novela de un literato
retrata con gran tino una realidad machista y homofóbica, pero en honor
de Cansinos diré que, aun siendo un varón de su tiempo, parece mostrar
cierta sensibilidad ante la desigualdad femenina, como cuando saca a la
pobre Carmen de Burgos, Colombine, teniendo que dictar un artículo a toda prisa mientras cuida a su niña y sofríe algo en la sartén.
El libro tendría interés aunque sólo fuera por los chismes que narra,
pero es bastante más que eso. Es un fresco intenso y un poco
melancólico de la vida en toda su pequeñez. Todo ese desasosiego
chirriante, esos sueños de gloria, ¿para qué? Cansinos Assens siguió
viviendo en el centro de Madrid y mantuvo hasta su muerte sus costumbres
bohemias: dormía de día, trabajaba por las tardes, salía por las noches
hasta el amanecer. Pero cuando escribió La novela de un literato
ya era viejo y tenía una guerra a las espaldas. Y esa sombra sobrevuela
la alegría del libro. Yo lo he leído en la edición más reciente, un
bolsillo espantoso de Alianza Editorial cuyas páginas se van
desprendiendo a medida que las pasas (cosa quizá apropiada con el tono
del libro: sic transit gloria mundi). Puede que no sea un
título fácil de encontrar, pero he decidido hablar hoy de él porque me
parece una obra formidable que habría que rescatar. Chisporrotea el
texto, cruzan centellas.
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