Que bien
que hubiera tabernas inmundas de Moe
en aquel Madrid
de ricachones masticando puros
y bebiendo café
y señoras de bien
haciendo obras piadosas
con las cuales poderse comprar
un billete con destino "el cel".
Que bien,
que aquellos pobres
que miraban a traves de un cristal
a sus compañeros de viaje en eso de escribir bien,
pudieran disfrutar de un buen café
y compañia
en cualquier taberna de Lavapiés
y como no podía ser
les dejo con una taberna
de mucho tentempié
Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio
LUIS MIGUEL L. FARRACES / MADRID
En estos tiempos de cocina molecular, exotismo,
minimalismo deconstrucción, fusión y demás tendencias, la taberna de
toda la vida parece haber quedado arrinconada en el panorama
gastronómico madrileño. Pero aún existen bastiones que guardan el sabor
más castizo. Callos, caracoles, vino de consagrar, torrijas...
Suelos de mármol, barras de estaño y zinc, grifos centenarios...
Pequeños templos de la conversación en los que perderse pensando en
tiempos pasados. ABC propone un recorrido por entregas en los que
descubrir las tabernas con más historia de la capital.
Uno de los rincones fundamentales de este recorrido es Casa Alberto, cuya barra lleva viendo desfilar cañas desde 1827.
En esta taberna, sita en el número 18 de la calle Huertas, la historia
lo invade todo. La antiquísima máquina registradora, la saturadora de
agua de Seltz con la que antiguamente se hacía el vermú o el grifo de
siete caños sirven al visitante como testigos del paso del tiempo. Pero
no son los únicos.
“En una de las paredes tenemos lo que fueron taquillas de
teatro en las que se dispensaban entradas de la clá” - comenta Alfonso
Delgado, dueño del local. “Las entradas de la clá eran pases que se
vendían a un precio más asequible a cambio de recibir las instrucciones
de un director sobre cuándo aplaudir durante la función”, añade.
"Hemos recuperado recetas típicas leyendo novelas de Cervantes"
La Taberna de Antono Sánchez
Hoy pasear por el barrio de Lavapiés se asemeja en gran
modo a recorrer las calles de Extremo Oriente. Bazares chinos, aromas de
cúrcuma y cilantro que emergen de los restaurantes indios, volutas de
humo que desprenden los narguiles de las teterías árabes... Así, en este
microcosmos, llama la atención que en plena calle de Mesón de Paredes
resista una fachada con detalles en madera sobre la que puede leerse Taberna de Antonio Sánchez.
Este establecimiento data de 1830,
y su interior parece haberse inmunizado al paso de los años. Pero amén
de los elementos que guardan el recuerdo del Madrid de otros tiempos,
como las mesas de nogal, el barril de vino de consagrar o los carteles
taurinos casi centenarios, la verdadera esencia de la taberna sigue
residiendo en el espacio cultural en que llegó a convertirse a mediados
del siglo pasado, cuando el establecimiento se encontraba bajo la tutela
precisamente de Antonio Sánchez (hijo).
Antonio Sánchez cogió las riendas de la taberna en 1929.
En ese año puso punto y final a su trayectoria como matador de toros,
profesión que había desempeñado desde que en 1922 el diestro sevillano
Ignacio Sánchez Mejías le diese la alternativa en la Plaza de Toros de
Linares. Esa tarde, quizás por los nervios del debut, Antonio Sánchez fue corneado por su primer astado, Fogonero, cuya cabeza aún hoy cuelga de una de las paredes de la taberna.
Taller de pintura entre vinos
La pasión taurina de Antonio Sánchez atrajo aquellos años
a grandes aficionados a la Fiesta, entre los que se encontraba Antonio
Díaz Cañabate, escritor y crítico taurino de ABC. También allí el pintor Ignacio Zuloaga solía refrescarse el gaznate con un buen vino de frasca. El propio Cañabate escribió en ABC allá por 1947:
“Alrededor
de esta mesa nos hemos sentado muchas noches con Ignacio Zuloaga. Aquí
cenábamos unos huevos fritos con la clara rizada y coruscante y la yema
intacta, sazonada con una chispita de sal. Una obra maestra estos huevos
fritos. En estas cenas es donde únicamente oí hablar a Zuloaga de
pintura. Daba consejos a Antonio Sánchez. -Usted pinte lo que vea, sin
preocuparse de nada, con valentía, con decisión. Y Antonio Sánchez ha
ido pintando todos los días, pintando a hurtadillas del trabajo de la
taberna; primero, en su casa, en una habitación oscura, con la luz sucia
de un patio mezquino (…)”
Díaz-Cañabate reflejó así el ambiente bohemio de la Taberna,
que llegó a convertirse no sólo en tertulia, sino en taller de pintura
dirigido por Zuloaga. Aquella columna en el periódico fue escrita para
publicitar que en aquellos días una exposición en la Sala Clan mostraba
una parte de los cuadros del tabernero. Pero ésta no fue la única vez
que Díaz-Cañabate escribió sobre el local. Su obra “Historia de una
Taberna”, está dedicada al establecimiento y sus gentes.
Los tiempos de Díaz-Cañabate, Zuloaga y Antonio Sánchez
pasaron. Hoy la Taberna está dirigida por Francisco Cíes, más conocido
entre los parroquianos como Curro. Haciendo honor a la tradición del
local, él también fue matador de toros antes que tabernero. Curro se ha
preocupado estos años no sólo de mantener el local casi intacto, sino de
dar cobijo a la gente de la cultura. Y es que desde hace años se viene celebrando la tertulia de 'El Rato'
, fundada por el pintor y poeta Antonio Lebrato y con presencia de
personalidades del mundo de las artes, el periodismo o la política.
Las cámaras de ABC recorrieron los rincones de estos
establecimientos para poder conocer su historia más de cerca. El
resultado, en el vídeo que acompaña a la noticia.
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