domingo, 7 de abril de 2013

POESÍA: BUSCARINI Y EL CAFETÍN DEL ARRABAL

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Al cafetín del arrabal
Buscarini iba -a veces a llorar-
y a maldecir -no esta nada  mal-
su creciente soledad
que solo se podía comparar
a la de algunos cuadros
que adornaban las paredes del local
en el que el poeta tomaba
su refrigerio material,
café y mitad,
con el que algunos amigoS
lo venían a obsequiar
a veces -contadas están-
para que los dejaran en paz.

Brilla el farolillo del sereno
todavía en la oscuridad
de un Madrid -padrastro sin igual-
que a esas horas -sin rechistar-
acostumbra siempre a rumiar
los versos de un poeta
que algunos compraban por caridad
y no leerían jamás.

Se oye,
"¡aleluya!
¡Buscarini por ahí debe estar!"
un soneto en un portal
y una voz que amenaza
lo justo para amedrentar
gritando:
¡Me tiene que ayudar!
al tiempo que el silencio
se retira
sin más particular
y se rompe la tranquilidad
cuando se vuelve a oír
¡No he comido hoy!
'Por caridad!

Buscarini no era ajeno
a ese ejercicio
casi espiritual
de pasar hambre
para pagarse
creía él
su inmortalidad.

Él y solo él
con su sinceridad
se vestían  de duelo
al igual
que las campanas
de un campanario
cuando huelen la muerte
y esta se acerca ya
camino del peldaño de un altar.

Autor: José Vte. Navarro Rubio
cuando tocan

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