domingo, 7 de abril de 2013

POESÍA: EN SUEÑOS ESTUVE CON ARMANDO BUSCARINI

corrala de madrid


Esta tarde soñé que era  Armando Buscarini.

Bajé por una calleja
y en su final vi una fuente que destilaba poesías.

Aquello era Madrid -me pregunté-
y la sirena de una ambulancia replicó
su alarmante tonadilla que indicaba
que un ser humano necesitaba de ayuda.

Subí,
      bajé,
           entré,
                 pregunté,
                             tragué saliva

Todos conocían a Buscarini
y usaban de diferentes melodías
para expresar lo que por el sentían.

Miedo,
         compasión,
                        envidia,
                                 ira.
¿Y amor?

Cambié de pregunta. Cerré la puerta. Musité: ¡madre mía!

Las cloacas del Madrid,
de esa tarde de tormentas radiactivas
en mi mente comida por la calentura,
estaban en ruinas
y por ellas bajaban ríos de porquería
cuyos análisis demostraban
que la ciudad se moría
por excesos de potasios y de vinos de cosechas malditas
que los vinateros de la Mancha repartían
en viejas barricas
envejecidas al fuego y curadas con cal viva.

El sueño en mi crecía
pues continuaba en ese Madrid que en mi se repetía como una mala comida
y más concretamente en una escuela regentada por unas monjas caricativas
cuando vi  al fondo de un aula sentado en un pupitre comiéndose las uñas
a un niño con pinta de saber más de la vida
que la maestra que entonaba los X Mandamientos de la Ley sin tragar saliva.

El niño me miraba
al tiempo que me decía que quería ser poeta y que por ello moriría.

¿Y tú que me preguntó el niño de mis sueños?
 yo estoy aquí -le respondí- para hacerte una radiografía.

En aquel Madrid de 1912 los Reyes salían para el Ferrol para botar un buque de nombre España
y yo me vi marinero navegando por los mares de Cuba.

El niño de los sueños me llegaba en una corrala del Madrid de los austrias encima de una silla
y entre voces de la chusma gritando ¡Armando otra poesía!
y el niño que de todo esto sabía más de lo que está escrito en ningún libro de antropología
saludaba a los oyentes
y con voz de ángel de la anunciación en los Misterios Sacramentales
se rompía en quejidos
como si fuera un sainetero regalando su alma al Dios muerto por salvar nuestras vidas.

Me despertó de mi sueño, con coletillas, un ruido seco en la tarde está, casi ya perdida,
y de esta forma ya dispuesto me he quedado ante una silla programando este escrito
del que ni quito ni pongo una maldita sílaba
por mucho que a usted señor, señora, señorito o señorita le guste más o menos
lo que arriba se escribe con dolor de muelas y ojos puestos en unas luces de bohemia
a las que mató el aparato represivo de un país que día a día se hacia sin ton ni son.

Así nos va ahora a todos la vida.

Autor: José Vte. Navarro Rubio
 

                    

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