Es el agua del río
la que siempre baja
con más o menos ruido
depende de las ganas
que pongas amigo
en oír su serenata
sin más testigos
que los aromas, colores y ruidos
surgidos de la espesura de esa montaña que le sirve de abrigo.
sin pedir a cambio nada.
A la vera del río
escuché una balada
de guijarros que se relamían
las heridas provocadas
por su voraz enemiga
las aguas bravas.
Agua del río
que baja enamorada
para acomodarse
en las fauces delicadas
de su amado el cauce
que la ampara
allí donde los dos tiernamente se amansan.
Agua en femenino
desde siempre acostumbrada
a juntarse con su querido
debajo de una cascada
de rayos de luz sedientos
de su transparencia innata
en las que lavarse la cara.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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