sábado, 11 de mayo de 2013
POESÍA : AL SEXTETO DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE CIEGOS
¡Ay de la vida!
si esperas de ella algo que no hayas ya conseguido
andate con cuidado
pues la vida tiende trampas
de las cuales tu desconoces todo sobre lo que de ellas se haya dicho.
La vida es
del color con que la mires
y del lugar que ocupes
en ese escalafón
en el cual te han incluido.
Remar contra corriente
e ir al nacimiento de ese río,
en el que sus orígenes son
parte de esas aguas
que descienden desde las alturas
y se estrellan
sin que nadie se lo haya dicho
sobre la superficie de la tierra
que le sirve de cobijo.
Amigo,
yo soy en los amaneceres
y allí donde se busca cobijo
y en eso de la amistad
todo compartimos
los ratos buenos
y para cuando vienen los malos
aquellos de los que nadie se acuerda hasta que se encuentra por ellos poseídos
queda,
siempre queda
de esa estela de amigos
los que verdaderamente te han querido.
Agua clara,
agua de manantial
no corrompido,
agua como alimento,
agua como olvido,
agua a Jesucristo
camino de un calvario
entre ladrones que le sirvieron de alivio
uno por lo que era
y el otro por lo que le habían dicho.
Silencios escupe el día
y son silencios con claro predominio
que avanzan en la mañana
y para cuando el pan de harina y la harina de trigo y el trigo de sudor
y el sudor hace amigos
se convierten en la mesa
en algo divino,
yo espero..... de esperas están los almanaques llenos de símbolos
que avance el mes y nos llegue el mes de junio
con sus cantares diversos,
con sus nuevas cuentas de parados en el limbo,
con esperanzas,
con lágrimas y suspiros
y acordes de guitarras
recordando a un padre ya difunto
que en la soledad de su caverna
pensó lo mejor para sus hijas e hijos.
El padre, mi padre, el tuyo,
todos los padres, Vicente Zambudio,
por mucho que fuera el silencio de sus ojos vivos
miran por sus hijas e hijos.
Sexteto de hombres con ojos dormidos
y en la mirada estrellada
contra un paredón
que no les sirvió de alivio
renació el porte y la gracia
y para cuando llegó
el tren con su silbido
el sexteto de hombres ciegos y por desgracia en un vagón caídos
se levanto y ya de pie
ofreció su último tributo
morir pensando en su familia
y ya lejano en un rumor continuo
de sonidos extraños y de estallidos
en una vía de carriles perdidos
allí donde el horizonte de España
se divide en dos caminos
el de los que ven con sus ojos lo que ha ocurrido
y los que esperan por desgracia todavía
pues nadie se ha dignado a ejercer de paladines de unos reyes moribundos
el último tributo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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