XX
Sandovales y Melgarejo
tanto valen
y tanto dan
en eso de construir un Pinarejo
que del Castillo
se quiere marchar
desde el mismo momento
que casualidad
que se convierten en dueños del pueblo
y quieren sobre estos dominios mandar.
Melgarejo y Sandoval
se unen en lazo matrimonial
para juntar un imperio
sobre el que gobernar
y ya en Pinarejo convertida en villa
con horca y picota
llegaron a tener casa señorial
con calle de tanta anchura
que por ella podían subir y bajar
ocho yuntas de mulas
y un ganado de más de tres mil cabezas de ovino lanar.
Quien pudiera de Pinarejo
aquella casa recordar
a la que un niño iba a ella a remojar
las barbas de Don Francisco Sandoval
para que el barbero
las pudiera afeitar.
Dicen que de aquella familia
todo se fue a esfumar
pues tanto era el aire liberal
de aquel señorón
que por Madrid se paseaba
en coche con más caballos de los que caben en el Escorial
que hizo de su casa y señorio un erial.
Así tuvo que ser
y así será
que por mucho que se diga
y más que vengamos a callar
siempre habrá
un momento, segundo, minuto o siglo sin igual
del cual recordemos
lo que nuestros padres nos vinieron a contar.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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