¡Ay de ese río que viene desde las altas sierras
para caer en desgracia ya cerca de la Ribera
roto el paisaje por un dique que la contiene
y la suelta
poco a poco
y gota a gota,
poco a poco cuando se suelta.
Camino del mar
que en su seno entra
el río Júcar huele a sal mezclada con madreselva
de todo aquello que arrastra,
de todo aquello que se le echa.
Paseando por su margen
se ven a los pescadores
gozar en su espera
mientras recogen el sedal
y lo vuelven a lanzar con fuerza
allí donde la mano apunta y la suerte lo deja,
cerca quiero pensar de la presa.
En su desembocadura mal en calma le espera
junto a un espigón de rocas
con señales luminosas
al estilo discoteca
que advierten a las barcas que de noche se acercan
para que rectifiquen la ruta
y no se estrellen
en noches de luna o de tormentas
contra las grandes peñas carentes de alma y de conciencia.
El río Júcar
en su desembocadura
engaña a quien de él espera
plantaciones de árboles dando sombras bajo la cuales refrescarse e echar la siesta.
Es el sol con quien se lucha
allí donde el río se abraza al mar que le espera
y entre aguas dulces y saladas
bien meneada la coctelera
se termina mi aventura en este día veraniego con semblante de mucha fiesta .
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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