En la tumba ya no recibiremos cartas
¡y que me importa eso!
ni que el cartero llegue tarde
ni que al dejar las cartas detrás del florero
le caiga encima un avispero.
Ya nadie escribe para decir te quiero
a los sumo te kiero
y eso a mi me hiela desde la cabeza
al dedo ese gordo y zopenco
que de tanto apretar la zapatilla de cuero
termina por sacar fuera la uña que afilada se convierte en buril destripa
pellejos.
Estoi aki amor de mis amores y te kiero
esto vi escrito
y creí entender
que detrás de todo ello se escondía un secreto
al igual que el de las pirámides
que se ha llevado
a tantos arqueólogos al cementerio.
En Sumeria
país donde las bombas
se sirven en las mesas en hermosos fruteros
alguien dejó escrito
con una sinceridad de esas de quitarse el sombrero,
hace tres mil setecientos años de esto
“tuve la impresión de que tu y yo nos encontrábamos y nos abrazábamos”
¿que hemos hecho de todo esto,
los que nos denominamos occidentales y europeos?
Algunos entendidos, como José Emilio Burucúa, tienen tiempo
para pasear entre galerías de recuerdos,
para improvisar citas que ponen de punta los pelos
y para hacernos pensar,
si es que el recuerdo es bueno,
“que la deuda, más que de Grecia, sigue siendo con Grecia”
por todo lo que nos ha legado
entre ello ¡maldito sea el dinero!
la filosofía barata de los banqueros.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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