Ella era en Roma concubina, cortesana y favorita,
en lechos de rosas
junto a un acueducto tan alto como la Torre de Pisa. Ella fue
mujer de Claudio y se ganaba la vida
saliendo a la calle
por las noches y los días
a esa hora en que los soldados
regresaban a la patria querida
después de batirse en batalla
y traer al foro de Roma
grandes comitivas
de regalos para el senado
y para el pueblo fieras cautivas
en jaulas de hierro con cadenas cubriéndoles la piel ennegrecida
de tanto atravesar pantanos
y transitar por caminos hasta llegar a la ciudad de la loba capitolina.
Ella era querida
más que por lo que daba por lo que escondía
un deseo tan ardiente
que hasta las piedras derretía.
Ella era Valeria Mesalina
y al final mal le trató la vida
pues fue decapitada
por ser mujer pública.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
Valeria Mesalina, Messalina.
Tercera esposa del emperador Claudio con quien tuvo dos hijos, un varón y una hembra.
Fue una mujer de belleza envidiable, conocida por sus
constantes infidelidades hacia su esposo con miembros de la nobleza,
gladiadores, actores... y un sin fin de personalidades más.
Fue una mujer que tuvo una gran influencia sobre su marido,
el emperador, incluso en la toma de decisiones políticas. No dudaba en
manipular a éste para obtener toda clase de caprichos, incluso
ejecuciones.
Mesalina dio rienda suelta a su lujuria y se convirtió en
una gran ninfómana llegando incluso a prostituirse. En un momento dado
de su vida lanzó un reto al gremio de las prostitutas de Roma,
retándolas a iniciar una competición en palacio durante la ausencia de
Claudio.
Las prostitutas aceptaron el reto mandado a Escila de representante, la prostituta más famosa de Roma.
Esa noche Escila, tras haber sido poseída por veinticinco
hombres se rindió ante Mesalina, quien llegó a atender a unos doscientos
hombres sin llegar a sentirse satisfecha.
Mesalina consiguió que su esposo, Claudio, convenciera a Cayo
Apio Junio Silano de que regresara a Roma. Cayo Apio era el amor de su
vida y lo obligó a casarse con su madre para tenerlo cerca. Aún así,
Apio no cedió ante las intenciones de Mesalina nunca la amó, y nunca la
amaría. Mesalina al sentirse despreciada ideó un complot que acabó con
la vida de su padrastro.
Mientras Claudio estaba fuera de Roma,
en la isla de Ostia, Mesalina aprovechó para casarse con su amante, el
cónsul Cayo Silio, y así tramar un complot en contra del emperador.
Claudio se enteró de la bigamia de su esposa, y la condenó al suicidio,
pero no pudiendo hacerlo fue decapitada a golpe de espada por un
centurión.
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