Un repetitivo deseo le llevaba constantemente al cosmos,
así funcionaba aquello,
siempre había un aviso
con la lluvia cayendo sobre la tierra,
con la nieve vistiendo de blanco la faz de la tierra,
con los rayos y truenos intimidando el alma de quienes se sentían aterrados,
con el sol y la luna saliendo y escondiéndose en sus tiempos proclamados
y allí estaba él
en el escenario de su vida
con los pigmentos necesarios
para expresar sobre la roca desnuda
lo que sentía en aquellos momentos.
Nació el ser que se sentía algo más que un instrumento,
nació el artista,
el dominador,
quien con los siglos sería algo así como la mosca que se come el dulce de los pasteles.
Y continua, ahora, el universo fascinándonos con sus encantos
y el ser que pintaba y se sentía perseguido
continua intentando explorar los espacios y buscar contestaciones.
Y a pesar de ello,.............................................................................desconocemos tanto.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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