Tan aparente que es
y nadie hace nada.
Por esto les escribo, por el desespero que se da
en el interior de los cayucos y barcas que cruzan los mares
camino de unas tierras prometidas
que solo se abren, de vez en cuando,
como las granadas maduras
para cuando las avispas pican los azucares de sus granos,
casi diamantes sin tallar, repletos de placeres inmensos.
¿Cuanto será el desespero de aquellos que huyen de sus patrias?
¿Y cuanta será la maldad de quienes les ponen trabas
y se nominan así mismo como demócratas?
Me pregunto,
¿Qué sabor tendrá la leche
de esas madres que amamantan a sus hijos
en los mares de la muerte?
No me re signo y sigo pensando
que dentro de muchos siglos
quienes escriban la historia de estos días,
lo harán de forma libre
llamando a las cosas por su nombre,
aunque para entonces los mares sean ya cementerios,
como los de nuestros pueblos,
con sus tumbas y fosas y osarios que poder visitar de 9 a las 13 horas de la mañana
de cualquier día, sin incluir en ellos los domingos,
ni los de fiestas locales o nacionales,amparadas por convenios colectivos.
Autor: Jose Vte Navarro Rubio
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