y los carros iban camino de las eras
cargados de mies, grano y paja,
y uno corría detrás de ellos
buscando las sombras
de los sombreros de paja,
sobre el suelo,
algo así como grandes tortas de girasol
en continuo movimiento.
No se porqué lo hago.
En ello debe haber algo de resignación
y al mismo tiempo de osadía.
Me desafío a mi mismo
por ser tan puñetero
y lo hago convencido
de que por mucho que dé la lata
siempre volveré al principio de ese río de tinta
con la cual poder continuar escribiendo,
poemas que son como pócimas
de charlatanes en los mercados de las ciudades enamoradas de su pasado.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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