La calle vacía lo fue en tus días
ahora por ella corren unos niños
y ya las ventanas de tu casa se abren,
y ya la fuente no vomita olvidos
y la nada se ha contagiado de herpes
y una serpiente recorre tu espalda
entre gritos,
lamparillas de aceite en un vaso
y una figura de un perro cautivo
ladrando y pidiendo la paz del espíritu.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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