A un Dios temió el poeta
al Dios que vigila,
ese que está dentro de uno.
Y al dios clama
y por el se siente inseguro,
peca y vuelve
hasta ese punto
donde el hombre se hace siervo
y necesita de Dios
para continuar su periplo
por las tierras de la nada,
donde vive lo inseguro,
el día a día
de quienes en el desierto del medio dia
se alimentan de la sangre del cerdo,
impura ella
como sus pensamientos lascivos
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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