viernes, 20 de julio de 2018

POESÍA: EN UNA ESTACIÓN PENDIENTE DEL TREN DE GANDIA QUE LLEVA A OTRAS PARTES

Llegó el tren lleno de personas,
de ambos sexos,
de muchas edades,
iban con lo puesto,
zapatos y pantalones,
blusas de diferentes colores,
americanas a cuadros,
grandes escotes,
medallas de oro,
con Cristos yacentes.

El tren que llega desde Gandia,
en Cullera para desde siempre,
casi en vía muerta
su vida
esta dedicada a traer y llevar gentes,
de todas las razas y colores,
ya llueva o nieve,
haga frío a espuertas y calores de poniente.

Estación coqueta con su ventanilla abierta
para quien hasta ella se acerque
para pedir un billete
y en el exterior abierto a una explanada grande
la gente mira los móviles
como si en ellos viviera un duende que les da buena suerte.

Que tarde más tranquila
para cuando el tren aparece
con su color naranja
y ruedas de acero noble
que al tocar las vías se funde en un abrazo fuerte.

Queda la estación vacía
para cuando el tren desaparece
y así la vida pasa en ese lugar marcado con una equis
como lugar de encuentro de muchas gentes,
cada uno con sus historias,
cada uno pendiente
de la vía del tren y de que un comboy llegue 
para abrir sus puertas y que en el monten
quienes van a otras partes,
como el mantero de las playas de poniente,
como el agricultor que en Sueca limpia de malas hierbas los arrozales,
así se renueva el aire
antes de comenzar otra poesía,
mucho antes de que la tarde se lleve los buenos aires
que desde la montaña de Cullera se extienden
hacia la Murta y Corbera, 
allí donde en una caldera hierven
las malas ideas de quienes se sienten atraídos por la mala suerte.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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