Una Plaza Redonda,
la plaza,
con su silueta
estampa
esa que miras y tocas
y señalas,
en la ciudad abierta su panza
en un patio, corrala,
entre trinos de aves,
y puestos que marcan
el corazón que late
de mañana
para cuando la luz sale
e impregna entre pinceladas
la vieja fuente,
los soportales sobrios
y sin tardanzas
la vieja tasca abierta para ser tomada.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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