Se oye el canto de los pájaros,
tiernas avecillas sobre tu tumba,
latiendo tu corazón,
simple músculo,
nervio preciso
de la hoja volcada sobre el precipicio
de los días azules
en los mares de un país querido,
el tuyo.
Especial es el trino
que se oye en las noche
ya el cementerio vacío
con sus tumbas solitarias
y ramos de flores señalando los sitios
de los seres estimados
como recuerdo continuo.
Otra vez la muerte,
otra vez sintiendo lo mismo
el pago de una deuda
con el poeta del pueblo,
Machado, querido.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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