A las seis de la tarde
y en el parque
Teia jugando,
la noria como escaparate
de un pasado reciente
en que el agua
fertilizaba los campos
y nacían las simientes.
Juegan los niños
y se entretienen
van a lo suyo
es como si les fluyera
una corriente
de energía positiva
con la que romper la frialdad del ambiente.
Un trampolín
ejerce
de compañero
a quien se le requiere
poder deslizarse
una y otra vez
de forma incansable,
en la tarde
ya vienen
a dormir
en las ramas de los árboles
las pequeñas aves,
entre el follaje
algo así como parte
de un musical de Broasway.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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