A los cinco años no sabía lo que pasaba,
no entendía,
nada me importaba,
mi vida corría
por las eras y las calle empedradas
camino de la escuela;
los demás figura, frases talladas
con alegrías y lágrimas,
en el libro donde se recoge
lo que tiene que ver con mi vida cotidiana
Por los ojos de un niño,
yo y mi circunstancias,
llegaban las estrellas trayendo esperanzas,
el sol me enamoraba,
las noches las recuerdo con miedo,
recuerdo las pisadas
en una habitación a oscuras
en la que había una cama
y en ella un niño
tapado con las mantas y sábanas
hasta allí donde nacen las miradas
Todo lo que se cuenta
es poco
en este escrito faltan,
los atardeceres llenos de misterios,
en los que desde los montes regresaban
los monstruos de siempre,
con los que dormía
cuando la luz se apagaba,
ya las últimas brasas rechinando
lejos en la chimenea, entre cánticos y plegarias.
En la niñez lejana
uno escuchaba
conversaciones que no entendía
veía por las miradas
que había miedo
y que con el se fabricaba el día a día de cada casa,
la culpa la tenía una dictadura que ataba
tanto que algunos se ahogaban.
Recuerdo el amor de unos padres,
las tormentas rasgando el cielo de una lanzada,
la lluvia sobre las tejas, mermelada,
la nieve blanca tan perpetua como un soplido ya una vela apagada,
el cantar de los gallos y el relinchar en las cuadras,
y frases y palabras, muchas, tantas
que si se cuentan falta papel para expresar lo que en su interior llevaban
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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