viernes, 1 de octubre de 2021

LAS SETAS DE CARDO: HABLANDO DE ELLAS Y DE LA VIRGEN DE LA VEGA

 


Ayer disfruté cogiendo setas de cardo y eso que la temporada está avanzada y los lugares cada vez son más escasos. Sujetas las setas de cardo al terreno su nacimiento y recolección se realiza en función de que los terrenos donde nacen no hayan sido rotulados durante mucho tiempo y en ellos crezcan los cardos. Este tipo de seta es un manjar exquisito no solo para los humanos sino también para el ganado que las digiere con muchas ganas cuando en su transito diario buscando comida `pasan por un lugar de estos donde históricamente han nacido setas.


El lugar donde ayer, 30 de septiembre de 2021, las recolecte fue en la zona de la Virgen de la Vega en unos campos perdidos. Sobre el lugar y según el sol iba saliendo de buena mañana las setas iban cambiando de color dejándose ver en sus diferentes tonalidades y tamaños.

Para recolectar este tipo de setas hay que pegar la cabeza al suelo. Observar con mucho cuidado y con esa confianza ciega en que saldrá, dar muchas vueltas sobre el lugar, sin prisas. 


El recolector de setas de cardo es visible a distancia por su forma de caminar, de mirar al suelo, por esa ausencia prolongada de la otra realidad, la cercana, y por ese mutismo serio de sus labios que cerrados actúan en consonancia con lo que podemos venir a denominar, estar metido en faena.

                         Otro lugar y otro momento, al fondo Pinarejo

Lo mejor del día tras estar seis horas caminando fue el descanso. La cerveza merecida. La paletilla de cordero, el café y la vuelta otra vez al campo para subir y bajar laderas, llenarse de la tranquilidad de los espacios llenos de otro tipo de vivencias. 




En resumidas cuentas ayer fue la Virgen de la Vega, seguro que habrán otros lugares, muchos, esperando que alguien se encorve sobre el terreno y con esa gracia propia del Homo Sapiens heredero de virtudes ancestrales que solo los humanos podemos explotar, lanzar suspiros, cuando ante uno aparece la seta y con esa agilidad medida, fija la mirada sobre el suelo, haciendo uso de la navaja, poder cortar el tallo, para seguir buscando, más y más setas, hasta que uno se da cuenta de que la zona no da para más y que la tarde cae y con la marcha del sol vuelve el lugar a llenarse de otros encantos, los de las chimeneas rasgando el cielo el humo, la de los ganados de vuelta a los recintos vallados, la de los humanos volviendo a la carretera y la de los lugareños mirando como la vida pasa entre tranquilidades que buscan abrigo bajo la ropa, cerca del cuerpo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio



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