Se paran los coches y se ponen ellos
los aprendices de las diversas artes
delante de los semáforos
y lanzan pelotas al aire
que recogen antes de que toquen el suelo
y así todas las tardes
con sus narices de payasos, rojo el semáforo,
vuelven al mismo lugar de siempre,
luego, durante una larga temporada desaparecen,
mis golondrinas se marchan al sol que más le conviene,
se quedan los semáforos como siempre,
ellos inertes y los demás conductores, con sus coches delante.
La vida es ese ir y venir
hasta que algo nos detiene.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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