Los perros que viven en la calle,
los que han querido
y de repente
de una patada
han sido lanzados
a la calle desde un vehiculo,
vivien sus días pendientes
de que en la misma calle
y esquina
se vuelva abrir la puerta del coche
para irse con su familia,
en su mirada se ve que están perdidos
y es verdad que se vendrían con uno
a poco que les hicieran unos mimos
pero uno, el que les habla ya ha tenido perro,
y lo ha querido mucho,
murió en sus brazos
y no sufrió ningún más castigo,
que hacerme compañía hasta el último de sus segundos,
hasta que la vista se le fue,
sacó la lengua y sin lanzar ningún ladrido,
se marchó al mundo de los muertos en el mayor de los sigilos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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