Y huelo
un huevo frito,
unas cortezas
de cerdo,
unos torreznos,
el sabor del jamón,
el gusto
por un buen queso,
pan de verdad
de harina blanca
de trigo,
ni de avena
ni de centeno,
un vaso de vino tinto,
una olivas
y unos trozos
de recuerdos,
una banca,
unos girasoles,
una yunta
de yunteros,
un cencerro,
dos perros,
20 ovejas,
un paisano seco,
una trilla
y unos trileros,
un cajón de medidas
y dentro
unos dineros,
un reloj de cuco
y una chimenea
con trébedes
y colgando del techo
una garrucha
para subir el puchero,
todos quietos
quien llegue el primero,
limpia la era
y trae el botijo lleno
de agua fresca
del pozo dulce
que hay en el camino
del medio.
Y se acaba esto,
igual que vino
se lo lleva el viento
y nos deja
un desconsuelo,
eso que se llaman
un duelo,
me sincero,
me quedo
tieso,
al amparo
del ayuntamiento
que reparte
palos de ciego
a los pobres
que llegan
pidiendo
algo
con que desgastar
los dientes
en los inviernos
con hielos,
de esos
en que cantan
los gallos
y los capones
se van lejos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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