El quejido del viento
es ronco,
invita a pasar
a las viejas tabernas,
allí donde las ronqueras
de los borrachos
son tan eternas
que las barras
de roble viejo,
están enfermas
de lamer las miradas
de quienes en ellas
se emborrachan.
Si pasamos las manos
por ellas
se siente el deslizarse
de las monedas,
entre silencios largos
y esperas
a que los campos den cosechas
para seguir pidiendo
una copa más,
entre impaciencias
y tardanzas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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