POESÍA: POR AQUÍ NO VENDRÁ NADIE

Por aquí no vendrá nadie,
a lo mejor para cuando el saliente

 del día llegue
yo me encuentre
ya por esos terrenos perdidos
donde los sueños abren portales.

Me dejé llevar,
 la idea parecía elegante,
me dejé torcer
y en una curva
me vi con hambre
 de escribir versos
en esta misma tarde.

Tan musical
y sin nada delante
me llené de la gracia
de llamar a la suerte
y esta de responderme 

que ¡adelante!

Por esto mismo este poema
se viste
de un color
que un día vi
en una tienda 

de la cual no recuerdo su nombre.

Aquí servimos
lo que se nos pida,
somos capaces de matar el hambre
a golpe de azada
y trueno de atlante rompiendo el orbe.

Juegos estos los míos,
malabarismo elegante
del artista circense
que se sirve de su arte
para llevarnos lentamente a la noche.

Y en todo la noche
tan embrujada ella
que a las doce
nos entra el sueño
y se rompen muchos corazones.

Por aquí no vendrá nadie,
se murió quien traía canastas
con que repartir buena suerte.

Ahora la noche trae luceros
que se tienden en hilos de alambre.

Y en todo la noche
es un rompiente de ilusiones,
algo parecido a un pequeño campo de girasoles
que se retuercen,
para demostrar a todos que su vida es 

un apasionado romance.

Juegos estos los míos
de todas las clases
y razones
unos para pequeños
y los otros para grandes.

Aquí servimos sopa de ajos
en esos días de poniente,
ya la siega hecha,
ya los calderos rebosantes
de aceite y sal con que freír los dolores.

Por esto mismo este poema
es de todos el que más me quiere,
nació entre sufrimientos,
crece entre dos vertientes,
la del quiero y no quiero 
y la del siempre hacia adelante.

Tan sonante que se parece
a un musical muy grande,
con artistas de todas los géneros y clases
sobre el escenario enseñando
sus fauces y dientes.

Me dejé llevar,
ritmo que no cesa,
se oyen oraciones,
pasa un cura
y no advierte
que el negro que él reluce
ya en la noche será azabache.

Por aquí no vendrá nadie,
ni a aclarar cuentas
ni a traer sardinetas en escabeche,
ni nada de nada, solo se sabe
que todo comienza 

sin saberse el por qué de las razones.

Autor: José Vicente Navarro Rubio