Subía una montaña
entre peñas
me encontraba,
zumbaban
unos moscardones
el calor los hacia latosos
como el nido
de un bote.
Por delante habían
fatigas
que acumuladas
daban para decir
que aquella jornada
era de todo un poco
menos
lo que de ella uno esperaba.
Pinos a los lados
de una senda empinada
sus raíces son escalones
que sobre la tierra se alzan
para señalar que ellos son
parte inseparable
de la naturaleza atacada
por los seres humanos
que siempre que avanzan
dejan de lado
todo aquello
que no habla.
Ya en su cumbre
uno descansa, mira el paisaje,
bebe agua,
se ata los cordones
de las botas
y comienza el descenso
por esos sitios inhóspitos
donde solo el que pasa
sabe que delante de si no hay nada.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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