De repente todo se echa encima,
la mañana leve,
el sueño se deshace
y coge
de la tierra terrones
y con ellos se construye un fuerte.
Nos hemos convertido
en este febrero amarillento
de oro
perdido en el fondo de los océano
en portadores
de nuevas esperanzas,
somos, digo somos,
todos en esta casa caben,
los supervivientes
de un siglo veinte,
tan agotador con guerras
que todavía arden
y ya en el veintiuno,
en estos años sin relieve,
en los ojos que contemplan
a gobernantes,
que no saben ni donde está Egipto,
quizás entienden que México es
la frontera con Japón
¡que desastre!
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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