Un cuadro lleno de un gran simbolismo,
un sol que se atrapa
sobre un mar tranquilo y ella
de cuerpo desnudo
se estira y con la mirada puesta
en un certero punto
acierta a ser una especie de bailarina
abalanzada sobre el mundo.
La fuerza de sus pies
es comparable a la belleza de sus glúteos,
todo en si sujeto
a la pasión de un pintor abstraído
por la modelo que ante él
le deja ver su cuerpo desnudo,
ya absorbido por las pupilas del artista
que se guarda para sus adentros
todo lo que ve sin haberlo todavía poseído.
Solo hay ritmo y danza
hay grandeza de espíritu,
hay posesión y dogma,
hay en la paleta de un pintor
en París casi un vampiro,
colores de vida, de carne y de bautismo de vino
y si me dicen
que es voleibol, yo digo,
que hasta cierto punto.
Uno no malgasta el tiempo
en ver aquello
que los demás dicen observar
porque a un cuadro le han puesto ese título.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario