lunes, 19 de febrero de 2024

POESÍA: SOBRE LOS SILENCIOS CONGELADOS

 Un pedazo de silencio congelado,
allí donde la noche se aproxima, 
es lo peor que le puede ocurrir a uno
y más ahora que se producen deshielos
a la velocidad de la luz, en segundos.

Así parece que se establece
en determinados círculos científicos
la diferencia que hay entre los deshielos
de los glaciares alpinos
y los de los Polos donde habitan los pingüinos,
para cuando las condiciones atmosféricas 
son las adecuadas 
para que el resultado quede incluido 
entre variables asimiladas 
a soledades e incipientes trastornos nocturnos.

Es verdad que los silencios congelados
se diluyen y disuelven 
sin necesidad de más aditivos
que aquellos que se encuentran recogidos
en un pliego de condiciones preestablecido.

Es por ello que yo a mis silencios los caliento
y los pongo encima de estufas,
para que para cuando lleguen a uno
se aposenten sin hacer ruido
 y así no sufra demasiado el espíritu.

Por aquí andamos entre sinsabores,
esto es así de sencillo.

Hoy es un silencio,
mañana es un suspiro,
al otro un beso,
al otro un encontronazo en mal sitio

y para terminar si todo es ambiguo,
y  así lo quiere el destino,
surge eso que se llama la suerte
y acaba en la cama uno,
con el termómetro en la boca,
en la cabeza un gorro de lana 
en forma de cucurucho
y calcetines en los pies para no coger frío.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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