sábado, 23 de marzo de 2024

POESÍA: RELEYENDOME

 Me he dispuesto a escribir un poema
sobre lo que tocamos, 
vemos y oímos.
Un poema en su punto álgido,
que solo sea 
lo que el quiere que yo sea,
ya que me quiero convertir 
durante unos instantes
 en parte de un verso
de letras bien  servido

Me quiero ver libre
 y atado al mismo tiempo 
a unos minutos de inspiración.
 Quiero ser solo eso,
 lo poco que se puede hablar,
el poeta lleno de letras
para así poder ser leído.

La tarde está ya huérfana 
de invierno duro 
y hasta ella ha llegado la primavera
 y un poema inquieto me requiere 
y traslada hasta allí 
donde más que el poeta
 soy yo el que se debe dejar
 llevar por la poesía.

No es extraño a esto que hago 
el decir que mis constantes son normales,
 que la sangre me riega el cerebro, 
que he andado lo suficiente 
como para poder descansar
 toda una semana.

Es verdad me he llenado de amor
sin  derramar una sola gota 
y que por encima de todo espero
 que lo que quede de día
 sea ejercitando de este juego,
que no se realmente 
hasta donde me podrá llevar.

 Ya me siento de todo un poco,
verso, trama, 
ritmo, estrofa,
y así me leo:

"Amo todo lo que quiero 
con la intensidad 
de un pájaro carpintero,
 usando de su pico para entrar
 en el tronco de un árbol
 por el que corre la vida.

Se agitan las  ramas de este árbol
al paso del viento, 
sin más ni menos
que la presencia de un lucero,
 todavía sumergido 
en sus nieblas.

 Sigo en este empeño del poema 
que me obliga a dar un giro
 a este escrito,
 para decir ahora, 
que en la selva
 donde habitan las termitas,
 los osos hormigueros se alimentan 
de las larvas que pillan 
y el pequeño lince
 que he visto en una fotografía, 
puede ser que descanse ya 
eternamente entre sueños.

Por aquí todo marcha,
en  paz estamos 
en esta parte del mundo, 
entre  olores a miedo,
 en mitad de  un tiempo 
no cuantificado en intensidad
ni medido con reloj alguno.

Y a pesar de ello las guerras quedan
a una distancia propicia
para que nos caigan encima
miles de misiles balísticos.
 
Sólo se sufre
 cuando las escenas de dolor 
se huelen y mascan
y esto lo hacemos de continuo
 a través de los medios de comunicación,
entre signos de pasividad
de  quienes dicen que velan
por la seguridad de este 
nuestro pequeño mundo.

Me creo lo que escribo,
pues no hace falta 
de más palabras
 para demostrar 
que todo es posible,
si es que hay aliento
y este sale de nuestras bocas.

En esto  no rehuyó 
el contacto directo
con lo otro, 
el formalismo comestible, 
el que gusta 
y se agarra a nuestros cuerpos,
al igual que lo hacen las garrapatas
 para alimentarse de su invitado de lujo.

 Le he preguntado al poema
 si puedo parar 
y me ha dicho que lo haga
 si es que quiero volver a mí rutina 
y en esto lo hago,
para que todo
 vuelva a ser como era hace unos minutos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio


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