Todo cuesta y nada es gratis,
todo menos el amor puede vender
un banquero,
las transacciones a lo grande
necesitan de muchos cabreos
y solo en eso ellos son expertos.
El empeño es aquello
que ayuda a fortalecer lazos por dentro
y si lo hace por fuera
quizás sea
que más que empeño
estemos hablando de un sortilegio,
de esos que ocurren
cuando se ve a la lluvia corriendo
muerta de miedo,
ante el desconsuelo de los poetas locos,
para esos momentos
en que componen sus versos.
Y es que por mucho que lo intento
solo se me ocurre pensar
que el querer es llenar los bolsillos de amor
hasta allí donde las costuras aguanten
y estas no rompan los sueños
de los vendedores de ilusiones
y de los compradores de sueños.
Comencemos con que un poema al día
es lo mejor para nuestra mente y cuerpo,
yo siempre se lo recomiendo
a quienes huelen el amor
a pesar de tenerlo lejos.
Nadie sabe lo que cuesta coger el primer sueño,
cuando maúlla una gata
y un gato te quiere agujerear el cerebro,
y es que el amor es esto,
siempre remar con el viento pegando de lleno,
pues si lo pillas mal
puede ser que te lleve sin remedio
hasta allí donde descansan
las almas de los bucaneros muertos
por una copa de menos,
mientras cantan odas
al Dios del oro y del infierno.
Todo cuesta y si no que se lo digan
al banquero,
ese que en el poema
se pinta con mal genio,
o que se lo pregunten a los bucaneros
muertos por culpa de una copa de menos.
Que se lo pregunten al gato o a la gata
en un tejado maullando a este verso,
o al poeta loco enamorado
de una princesa que leyó en un cuento.
Y por cierto si se habla del amor
que no sea en vano,
pues quienes usan de su nombre
sin conocerlo ni comérselo,
sepan que están cometiendo un sacrilegio.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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