En mitad de un apagón de ingenio me veo,
pasan las rimas y me huelen a queso,
pasan los versos y los detecto
como si fueran aguaceros,
a las estrofas las toco y beso
y con ellas me acuesto.
pasan las rimas y me huelen a queso,
pasan los versos y los detecto
como si fueran aguaceros,
a las estrofas las toco y beso
y con ellas me acuesto.
Es un apagón muy serio
de esos que cuando la luz no llega al cerebro,
el termostato se quema
y el cuadro de luces marca cero.
Maldita la gracia
de todo esto,
pues estaba escribiendo un soneto
que comenzaba diciendo,
"Te quiero porque te quiero"
y ya más no recuerdo,
más que un zumbido,
un aleteo,
una especie de disparo
y de repente
sonó el timbre y era el cartero,
con una multa de tráfico
que decía más o menos
por exceso.
Estás cosas si no se cuentan
y se quedan en el cerebro
se van con uno
y ya pasado el tiempo
todo queda
en una especie de cementerio
al que solo se acude
al que solo se acude
para poner flores
y llorar a los muertos.
y llorar a los muertos.
Llegó la luz y con ello comienzo
a escribir otro poema
antes de que todo se vaya
al carajo y lejos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario