lunes, 6 de mayo de 2024

POESÍA: AMORES MULTIUSO


He visto a Romeo y Julieta
transitando por una calle
en pleno siglo XXI.

Digo ahora
y no me equivoco,
creo que fue el lunes
después de la misa de las cinco.

Se les veía bien,
iban muy recogidos,
se decían palabras de amor,
estaban dichosos
por no haber nacido
en aquel siglo siniestro,
en que su historia de amor se convirtió
en una tragedia
de esas que jamás pasarán al olvido.

Con tanta libertad,
en lo que tiene que ver
en las relaciones entre los individuos,
con o sin consentimiento
familiar alguno,
no hay ahora  motivos
para tomarse una pócima
o clavarse una daga,
allí donde el esternón
ofrece su mejor sitio
para llevar acabo el suicidio.

El post-modernismo no quiere
suicidas románticos aburridos,
no quiere saber nada del inmovilismo,
quiere divorcios exprés,
y es que 
ya en bandeja de plata servido
el amor ahora se ha convertido
en un deseo puro y duro
que puede durar
lo mismo que un suspiro.
 
Amores de usar y tirar
se ven por todos los sitios.

Amores calientes
y amores fríos,
amores que rompen cadenas
y amores que se mueren 
por si  mismo,
sin necesidad de acelerantes
ni de carburante de ningún tipo.

Lo eterno es el presente
y consumimos
a la velocidad 
en que navegan los satélites
entre mundos.

Se habla de amores líquidos
identificados en si mismo
 por la fragilidad de los vínculos.
De esos de yo te cojo y  te uso,
tu me coge y haces lo mismo.
 Y así pasa que 
nos usamos
y nos divertimos
y si nos vemos 
ni yo te recuerdo
ni tu me has visto.

Lo absoluto es fugacidad,
puro fluido,
nos debemos al evolucionismo
propio de lo que somos,
cavernícolas
y organismos vivos,
con sus diferentes estigmas
entre la piel introducidos.

Somos mercancía, casi bultos,
 nos marca el capitalismo
que nos reconduce
 con sus rituales y oportunismos
y nos envuelve de ese heroísmo
propio de quienes viven el presente
sin echar de menos el futuro.

Ya en la era del vacío,
por dentro y fuera
hambriento el espíritu 
andamos al encuentro de ideales
que nos sirvan de estímulos.
Ya el ego convertido
en el Señor de los Anillos,
entre avatares y largos periodos
de búsqueda de algo
que por el camino hemos perdido.

Con la posibilidad de elegir
en el mercado 
donde se venden los frutos,
 el amor romántico
así visto, 
se ha convertido
en una especie de espejismo,
pues ya todo
es lo mismo,
de todo un poco
la canción del olvido.

Autor: José Vicente Navarro Rubio


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