De verdad,
no se como estoy,
me veo y me siento,
estoy caliente,
la fiebre en mí
es un puntazo de nada,
la curo con cama
y viendo
telenovelas de éxito
con mucho romanticismo ciego.
Si estoy vivo
es que vivo queriendo
y si estoy muerto
he dejado grabado un teléfono
con un mensaje que dice:
Estoy fuera,
si quiere algo
aunque sea un deseo,
ponga almohadilla
y espere que volveré
para la resurrección de los muertos.
Si vacío me veo
es que de comida me lleno,
es que me entran ganas
de devorar todo aquello
que bulle en mi interior
como si fueran coladas de lava saliendo
de las calderas de Pedro Botero.
Y es que entre dolores siento
uno que se me clavó muy adentro,
fue un amor de pegamento,
de esos que se cogen a la ropa
y solo se olvidan
para cuando no quedan prendas en el ropero.
No hay hilanderas
con que coser
tanto entuerto
ni para hacer un mural que diga,
formó parte de un verso
y doy gracias a mi poeta
por no dejarme al raso
al igual que hacen los pastores
cuando ponen a adobar un cordero.
Así me veo,
tranquilo y sereno,
con la mirada puesta en lo mío,
con los pies acostumbrados
a sumar más y más kilómetros.
Me veo lucero
y satélite
y estrella
y firmamento
y noche
y silencio,
me veo amoroso
y me siento
simiente de un surco saliendo.
Si no me reconozco
como poema o verso
¡lo siento!
es porque la sangre
que me sirve de resuello
no para de dar vueltas
y es que creo
que ha perdido a su dueño.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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