Me entretengo, no es un juego,
es algo más,
es un empeño,
un sujetarse a la vida
de la cual somos
es algo más,
es un empeño,
un sujetarse a la vida
de la cual somos
su más bello salmo:
"y mi carne descansa esperanzada"
Y en esas estamos
dando vueltas a todo,
dejando de lado
las erróneas prioridades
que se van acumulando,
para ir de pleno
hasta allí donde el amor
termina resultando,
ser el día a día,
ser de todo un poco más de cariño
y algo menos de romanticismo barato,
el de San Valentín
que solo sirve
a los intereses del comercio y sus regalos,
muy romo él
y con ideales muy falsos.
Las ideas me lleva de tramo en tramo
en este poema escalonado,
en el que observamos
a las ficticias virtudes
pasar a ser un buen regalo
para determinados momentos
en nuestras vidas señalados.
Y llegamos al final,
en esas estamos,
no se si nos habremos aclarado,
lo cierto es
que lo que me había trazado
ha resultado,
en este hacer
con diferentes letras del abecedario
lo que había pensado.
Me doy por contento,
ahora que miro la hora
y es que resulta que llega el telediario
y así en este instante declaro,
dar por terminado el poema
para dejarlo
en un reposo prolongado
y si mañana resulta
que ningún verso se ha marchado
publicarlo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
En este poema nos dejamos llevar por el ímpetu de los años para hablar del amor y de la vida y de lo que importa y no importa. Y es que en este transito entre ciclos, unas cosas van dejando de tener importancia y otras van apareciendo, en ese florecer, ya no de invasoras costumbres, si no de acomodos a una nueva realidad, que es aquella que se hace vital y se convierte en el germen del cual brotan las nacientes inquietudes ante los nuevos horizontes. Sarcasmos, pocos hay en el poema. Hay mucha reflexión, agilidad y destreza para tratar un tema tan complicado, como son los retos de los seres humanos ante la vejez de una forma que sea lo más amena posible. Este es un poema que ya está listo para ser publicado y si se quiere desmigado y servido en el desayuno, entre cereales, cafés, leche, zumos y huevos fritos con beicon. Por aquí ya de día y con el viejo cancionero de unas tórtolas que se comen a besos en una rama de un árbol, sin Valentín por medio, sin regalos ni fotografías para repartir entre las amistades a las que queremos tanto, les dejo, nos dejamos, me marcho y quedo esperanzado de que todo esto resulte agradable a todos los sentidos menos al tacto.
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