La ternura nunca espanta,
es amor tierno,
en los jardines del amor
son las rosas
que con cuidado se cortan
para servir al destino que las ata,
al milagro de servir de enlace
entre quienes se aman.
Una rosa de amor,
una rosa
en la tarde larga,
un rosal que adorna
una ventana
y tras las rejas
que se abren a una calle
por la que la gente pasa,
unos ojos bonito,
una mirada
que de tanta dulzura
mata,
una sonrisa y tanta
delicadeza en esa cara,
que el Cristo, en su cruz,
que cuelga de una pared,
de esa casa,
parece querer exclamar:
¡Qué amor más grande
el de servir a Dios
mientras la gloria está
delante de esa sólida ventana,
de barrotes de hielo
y besos congelados al alba!
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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