Mis soldados llegaron del frente,

si mi comandante

y como llegaron,

cansados y con signos de apatía,

al parecer las muertes 

ya no les motiva,

ahora quieren 

saber de las personas 

y convivir con ellas 

un par de días 

y si después les parece bien 

comenzar a disparar

sin medir el alcance 

de sus carnicerías.

Mal asunto,

este tema no me gusta,

los soldados son 

nuestros defensores 

allí donde la bandera izada 

significa la grandeza del pueblo

al que representan 

allí arriba.

Pero los soldados no son de goma

se chatean desde los carros de combate

quedan con sus amigas

y se citan 

para protestar contra las guerras 

y para si hay ocasión

asistir a alguna fiesta de esas 

en que se van contra las guerras 

por aquello de que quieren muchos

ser pacifistas.

Nada, hay que hacerles arengas 

que aprendan a vivir

con la tensión en el cuerpo medida,

que vean imágenes de violencia,

que no sean más altruistas 

que nuestros propios gobernantes 

cuando ante el mundo se muestran

como perros pastores que por todos vigilan.

A sus ordenes mi comandante

pasare revista

y le diré a la tropa

que mañana nada de tonterías,

fuego raso y que ninguna bale se escape

por miedo a lo que se diga