lunes, 26 de agosto de 2024

 Me fui,
 me aparte de la rutina
y me acerqué hasta un barbero
 amigo mío,
natural de la Argentina,
residente en España
que mientras me arregla el pelaje
me suele ofrecer un mate
que él prepara 
con una paciencia infinita.

Cada poco tiempo,
 me arreglo el bigote,
la cabellera y las patillas
y me quedo como nuevo,
hasta que todo vuelve a ser
como antes de ir a la barbería.

Es mi existencia,
algo parecido
 a un estar sin estar,
junto al único amor 
que tuve y he tenido en mi vida.

Buen barbero es este,
que te recibe casi de puntillas,
con el peine en la mano
y una gran sonrisa.

Aunque nunca mi amigo
 fue barbero
 en la ciudad de Sevilla,
usa las tijeras
al estilo de una guillotina 
y la navaja de afeitar 
a las mil maravillas.

Cabello que por delante
mi barbero pilla,
 se va a la otra vida,
sin darle tiempo a despedirse
de su familia.

No se el cómo ni el por qué 
mi barbero se jubila.
Me dice
 en medio de una tristeza
muy  contenida
 que lo hace en su país de origen,
la Argentina
y que al cambio,
 vaya birria,
le quedaran doscientos euros,
después de estar toda la vida
dale que dale a la maquinilla
trasquilando cabezas
y afeitando barbas 
de un tamaño desmedidas,
 entre días más  días,
el solo con su rutina
en una barbería junto el mar,
oyendo  conversaciones
entorno al fútbol y a la política.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...