No me imagino de otra forma
que escribiendo.
No me veo jugando al ajedrez
ni asumiendo
aquello que no quiero
todo porque alguien comió de un fruto
que le hizo mortal
y por ello perecedero.
Me veo quieto,
sumido en un total aislamiento,
trabajando mi mente y cuerpo,
levitando en torno a lo concreto.
No grita el silencio,
no se oyen a los perros de la noche
ladrar diciendo, te quiero.
Solo un eco
de una palabra,
lo siento,
guía mis pensamientos.
Ya no hay tiempo,
pesan los años,
se hacen añicos los desvelos.
Solo los pensamientos
me guían,
es como si la eternidad entera
se hubiera puesto de acuerdo
para convertir este poema
en una especie de crónica de sucesos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario