No se puede estar siempre
muriendo de amor,
ni resucitando
viejos amoríos,
no se puede estar
yendo a la misma fuente,
pues se corre el riesgo
de que se rompa el cántaro
y se derrame el agua
esa que sacia el cuerpo
y le da luz a la mente.
Se envuelve el amor de hechos
y se hace algo constante
en ese intervalo de tiempo
en que un poema se cierra
y otro se abre.
Por el amor el tiempo se para,
la historia se detiene,
los poemas toman forma,
la dulzura aparece
en los ojos de quienes se quieren.
No juguemos en vano con el amor
no lo pongamos al frente
de aquello que si no se hace
se convierte en un tormento
que acaba hasta con el alma más fuerte.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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