En los atardeceres me encierro en mi mismo,
solo la brisa que llega cargada de nostalgias es capaz
de asumir el rol que el poeta quiere
en esa compañía del alma que se desvive
por hacerle fácil el transcurrir del día,
ya el calor olvidado y la noche presente
por estos lugares del alma donde vive uno.
Uno contempla el transitar de los estorninos,
el como llegan cargados de sus razones,
vienen después de una jornada larga
de procurarse su alimento,
en ellos los ciclos son unos más otros
los mismos, los de siempre,
no conocen más historias que aquellas
que se trascienden de padres y madres a hijos,
lo otro, lo de la garra del halcón y el bocado limpio,
es una asignatura pendiente
que se aprende entre duros golpes de la vida.
Si estoy por aquí es porque me cuido
y si lo hago a mi manera es porque lo creo interesante,
escribir es esa oportunidad última
de poder morir en paz conmigo mismo.
Que nada quede en mi interior
ese es mi propósito,
si algo quedará por salir
que se lo coman los buitres,
a lo mejor y con un poco de suerte
aprenden a ser más humanos,
o poetas que es lo mismo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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