sábado, 28 de septiembre de 2024

POESÍA: DIARIO DE UN OTOÑO VII (DE VUELTA A LOS ORIGENES)

 Vuelvo a mi pueblo,
a mis orígenes,
será un viaje breve
y en coche,
de esos que dura un día.

Una ida,
un retorno,
muchas prisas
 y más que seguro
muchas sonrisas
y penas, 
en esa despedida.

Unos amigos 
y a la vez familia, 
de toda la vida,
nos veremos dentro de unos días,
decir no
hubiera sido
casi un acto de cobardía.

Mi hermano es quien organiza
esta especie de casi bienvenida
y si en esto tardamos 
yo diría 
que podríamos hablar 
casi de despedida.

Digo lo de la despedida
 por las edades,
si resulta que  llevamos
más de dos lustros sin vernos,
la suma es sencilla,
en poco más
 seremos sin duda,
 huesos pelados o cenizas.

Ha sido fácil convencerme,
quizás  a mi 
el cuerpo me lo pedía 
más que a ellos
y si no es así, 
bajo un empate
todo se justifica.

Pararemos en este transitar 
de aquellas ya viejas  vidas 
a estas nuevas vidas,
en algún restaurante 
de los que se abren
en las cercanías
de las viejas carreteras,
aquellas de otros días,
llamadas nacionales
y que hoy se han convertido 
en verdaderas rutas turísticas.

Las autopistas son impersonales,
rompen el encanto 
de las cosas sencillas.
Con ellas los pueblos
se han convertido
en imágenes difusas,
marcas en un mapa
y a lo sumo
si se da la curiosidad,
y se mira en internet 
allí se encuentran respuestas,
que ayudan a mal entender 
cuestiones que si no se tocan
en nada alumbran. 

Disfrutaremos viendo 
aquel toro de Osborne,
que sobre altozanos 
sobrevive a la herrumbre 
y al paso del tiempo,
que todo lo convierte en papilla.

Seguro que tomaremos café,
un bocadillo y una bebida,
en el lugar de encuentro
de siempre, Honrubia, 
Nacional III,
como en las viejas películas,
a dos kilómetros del lugar
donde cayó herido de muerte
el poeta Jorge Manrique,
en una celada maldita,
un monumento recuerda
una historia en nada atractiva.

 Llevo sin ver a mis amigos/familia,
tantos años que los recuerdo, 
 siendo mozos todavía.

Con mi hermano es cosa distinta,
nos dejamos ver,
el cariño mucho nos arrima,
siempre nos fue así la vida,
nos hemos acostumbrado a ser
hermosos ejemplares
de animales de compañía

¿Y qué nos diremos?

¿Y cómo será ese encuentro
en el que seguro que hablaremos
sobre todo lo que se nos ocurra?

Aquí dejo estas preguntas.

Llevo unos días pensando 
en este asunto 
y es que me intriga, 
saber si esos amigos/familia
continuarán a estas alturas,
teniendo los mismos sueños
o ya todo se hizo trizas,
por culpa de esta jungla de mierda
en que se convierte
muchas veces la vida.

Mis sueños continúan intactos,
siempre pensé
que el soñar,
si bien se mira,
 comienza
en ese instante
en que  todo se ha hecho ya trizas.

Autor: José Vicente Navarro Rubio



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