Se murió el vecino
del apartamento cercano al mío,
ya nadie utiliza esa vivienda
para cuando se acaban los veranos.
Cuando la familia se marcha
se queda el apartamento
en la soledad más absoluta
de seres humanos
por allí dando vueltas,
gestionado lo suyo,
hablando, comiendo y durmiendo
y pasando de todo aquello
que no les es necesario
para su día a día.
Es decir, digamos,
que son personales normales
con sus cosas y horarios.
Y en soledad de la que tratamos
no entran otras cuestiones
que no sean aquellas que alimentamos
los otros seres humanos
que de reojo miramos
y entre ellos yo,
creo ver entre visillos
a su antiguo dueño
usando de esos espacios,
fueron tantos años,
que me se contemplado
y pienso, es sano,
que es verdad
que todo no se acaba
y que hay algo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario